"Hermanos:
No dejamos de orar por vosotros y de pedir que consigáis un conocimiento perfecto de su voluntad con toda sabiduría e inteligencia espiritual.
De esta manera vuestra conducta será digna del Señor, agradándole en todo; fructificando en toda obra buena, y crecimiento en el conocimiento de Dios, fortalecidos plenamente según el poder de su gloria para soportar todo con paciencia y magnanimidad, con alegría, dando gracias a Dios Padre, que os ha hecho capaces de compartir la herencia del pueblo santo en la luz".
San Pablo le habla a los colosenses, pero también nos hace recordar nuestra "obligación" de orar por nuestros hermanos, de dar gracias por los hermanos que el Señor nos ha dado y que nos acompañan en este Caminar hacia el Señor en santidad. Un Caminar que no siempre resulta fácil y cómodo, sino que tiene muchas vueltas, subidas, bajadas, tropiezos, caídas pero que, si tomamos conciencia de la comunión de los santos, nos resultará más fructíficero si descubrimos nuestra comunión y sabemos que no estamos solos en este caminar.
"No dejamos de orar por vosotros y de pedir que consigáis un conocimiento perfecto de su voluntad con toda sabiduría e inteligencia espiritual".
¡Qué importante es este párrafo! Conseguir un conocimiento perfecto de la Voluntad de Dios, pero no sólo un conocimiento intelectual sino un conocimiento que nos convenza de que así tenemos que vivir, que así seremos verdaderamente sus hijos, porque el Hijo lo vivió así: "mi alimento es hacer la Voluntad de mi Padre". Porque, en este caminar, muchas veces, creemos que porque ya hemos recorrido un trecho es suficiente y nos dejamos llevar por nuestros sentimientos, gustos y proyectos, dejando de lado la Voluntad de Dios, su Querer para nosotros, y su proyecto para nuestra misión.
Por eso, cuando nos esforzamos por "conseguir un conocimiento perfecto de Su Voluntad", nuestra "conducta será más difna del Señor, agradándolo en todo". Porque de eso se trata, al no sólo llamarnos cristianos, sino al serlo de verdad, nuestra vida tiene que ser digna de Cristo, no digna del mundo, porque del mundo son muchos, y ya Jesús nos lo dijo: "estáis en el mundo pero no sois del mundo". Por eso, en este continuo caminar tenemos que ir quitando de nuestra vida el vivir mundano y esforzarnos por el vivir cristiano.
Segurmente, no será fácil el camino, pero seremos "fortaleccidos plenamente según el poder de su gloria para soportar todo con paciencia y magnanimidad, con alegría, dando gracias a Dios Padre, que nos ha hecho capaces de compartir la herencia del pueblo santo en la luz". Él nos ha dado y nos seguirá dando la fortaleza y la sabiduría para que el Caminar sea gozoso y seguro hacia la meta soñada.
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