"Ningún siervo puede servir a dos señores, porque, o bien aborrecerá a uno y amará al otro, o bien se dedicará al primero y no hará caso del segundo. No podéis servir a Dios y al dinero».
"Quien quiera venir detrás de mí: niéguese a sí mismo...", nos decía Jesús cuando nos hizo la la invitación para ser cristianos, para comenzar a caminar el camino de la santidad. Y ¿por qué digo esto? Porque cuando pensamos en esa frase del evangelio: no se puede servir a Dios y al dinero, no se puede servir a dos señores, creemos que los dos señores que habla Jesús son los que están fuera de mí, pero yo tamibén soy, muchas veces, el señor de mi vida.
Bueno, no muchas veces, siempre soy el señor de mi vida si no he tomado real conciencia de que mi vida le pertence a Dios desde el momento que he decidido ser cristiano (y no habla sólo para consagrados y curas) sino desde el momento que he sido consceinte de mi consagración bautismal, tengo que saber que ya mi vida es de Dios.
Es por eso que Jesús, antes que tomemos la decisión de seguirlo, de ser cristiano, nos pone condiciones sin las cuales no se puede emprender ese Camino: niégate a tí mismo, porque hay que tener un Solo Señor. Y sólo el Señor es el Señor, sólo Dios es Dios, y mi vida ya está consagrada a Él, por eso decimos "que se haga Tu Voluntad en la tierra como en el Cielo", porque mi vida, como dice Jesús: es hacer la Voluntad del que me envió.
Sí, y a partir del día de mi bautismo (que es lo que tendrían que decirme mis padres y padrinos cuando comienzo a entender algo) soy enviado al mundo para anunciar, con mi vida, la alegría del Evangelio, pero no anunciarla con palabras solamente sino anunciarla con mi propia vida: "quien me ve a mí ve a mi padres, ¿crees esto?", le dijo Jesús a Felipe. Y nosotros tendríamos que decírselo a la gente: quien me ve a mí, ve a Jesús ¿crees esto?
Ufff!! pero ¡qué difícil es eso! Claro que es difícil. Y mucho más difícil es cuando yo, que digo que soy cristiano, no tengo al Señor como Señor de mi vida, sino que le dijo alguno momentos del día ser Señor, o, en algunos casos, sólo lo reconozco Señor cuando necesito un milagro para mi vida. Y no debe ser así: o es el Señor de mi vida o no lo es: "que tu sí sea sí y que te no sea no", nos pide el Señor. Por eso en este tiempo tenemos que volver a discernir y examinarnos: ¿Es el Señor el Señor de mi vida? ¿Sólo el Señor es el Señor o sólo es una frase linda que queda bien?
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.