«El que acoge a este niño en mi nombre, me acoge a mi; y el que me acoge a mí, acoge al que me ha enviado. Pues el más pequeño de vosotros es el más importante».
Varias veces hace referencia, el Señor, al espíritu de niños: si no os hacési como niños no entraréis en el Reino de los Cielos... El espíritu de niños es un espíritu de confianza en la providencia, de obediencia a la voz del Padre, pero, sobre todo, un espíritu sano y puro que no sabe de maldades, sino que mira desde la inocencia de su corazón.
Porque la inocencia que nos da el Espíritu para llegar a ser niños, es lo que nos permite no luchar entre nosotros, no crear diferencias, no generar disputas que conducen a la división, a la indiferencia, a la arrogancia, a la soberbia y terminan destruyendo todo aquello que el Señor quería hacer fructificar con nuestra vida de hijos de Dios.
"Entonces Juan tomó la palabra y dijo:
«Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu nombre y, se lo hemos prohibido, porque no anda con nosotros».
Es el Espíritu Santo quien tiene el poder para purificarnos del pecado original de querer ser los "dioses" del momento, porque es así, la espina del pecado original nos ha dejado, todavía, ese deseo en el corazón: "no hay nadie mejor que yo" y yo sólo yo pienso y hago bien las cosas, porque yo soy dios en la tierra (exagerando un poco, pero el resultado es ese)
Si nos miramos un poco más concienzudamente o miramos a nuestro alrededor, vamos a descubrir cuántos hay que siguen diciendo y calificando: "estos no son de los nuestros". ¿Por qué no son de los nuestros? ¿Por que no piensan como tú? ¿Por que no se visten igual que tú? ¿Por que no viven igual que tú? ¿Cuál es la vara de medida hacia tu hermano? ¿Mides la vida de tu hermano con la misma vara con la que mides tu vida?
Porque eso nos los dijo el Señor: "con la vara que midiereis seréis medidos".
Y aún, a muchos, les queda el descaro de exigir respeto cuando no respetan las ideas difrentes, el modo de querer vivir... Todos, por gracia de Dios, pensamos diferentes, pero en la Unidad de la iglesia todos debemos buscar un mismo Ideal: ser Fieles a la Voluntad de Dios y no al mundo. Y, sin embargo, no nos despojamos de pensar mundano de estos tiempos, sino que nos dejamos llevar por los mismos pensamientos y por las mismas faltas de respto hacia los demás. Cuando, en realidad, no es que tengamos que respetar al otro, no porque no debamos respetarlo, sino porque el respeto es lo mínimo que debemos vivir los cristianos, porque el cristiano está llamado a más que eso: "amaos los unos a los otros como yo os he amado", "en esto conocerán que sois mis discípulos: en la medida en que os améis unos a otros". El respetarnos es el primer escalón y si no lo vivimos, menos vamos a vivir el Amor.