Le dice Dios al príncipe de Tiro:
"Se enalteció tu corazón, y dijiste: “Soy un dios y estoy sentado en el trono de los dioses en el corazón del mar”.
Tú que eres hombre y no dios, pusiste tu corazón como el corazón de Dios.
Con tu sabiduría e inteligencia, te has hecho una fortuna; acumulaste tesoros de oro y plata”.
¿Es que Dios no quiere que seamos inteligentes? ¿Es que no quiere que tengamos mejor futuro y más bienes? ¿Es que nos quiere en la ruina y la pobreza y la ignorancia? No, no es eso para nada. No quiere que caigamos en la soberbia de decir que somos los dioses de la tierra y descubrir que, al final de todo, no podemos hacer nada por nuestra propia cuenta. Pero es no hacer nada en el orden espiritual, porque la soberbia, tanto espiritual como material, nos aleja de todo y de todos.
Lo mismo nos quiere hacer ver Jesús en el Evangelio:
«En verdad os digo que difícilmente entrará un rico en el reino de los cielos. Lo repito: más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el reino de los cielos».
No habla el Señor sólo de la riqueza material, sino de las cosas que en realidad nos atan a nosotros mismos y no nos dejan ser Fieles y disponibles para la Voluntad de Dios, y, de manera especial, para amar y servir a los demás. Porque no sólo somos ricos (o nos lo creemos) en el orden de lo material, porque muchas veces nos encontramos con "gente que no tiene donde caerse muerta" (como se dice habitualmente) pero que su soberbia los hace lejanos a todos y no permiten que nadie les ayude para nada.
Pero también podemos encontrar los ricos espirituales que se creen los mejores en el espíritu porque como ellos no hay ninguno y se creen con el derecho de poder juzgar y condenar a otros que "en apariencia" son peores y sólo tienes una máscara de "beatos".
Están los ricos en "inteligencia" que al haber alcanzado títulos o grados universitarios se las dan de los sabios del mundo y por eso creen que pueden estar varios escalones por encima de la gente, e incluso, por encima de sus padres que les han pagado con su sudor y trabajo los estudios que han alcanzado. O que por tener más capacidades creen que pueden cuestionar a todo el mundo y mostrar las necedades de los que creen lo que ellos no pueden creer.
Están por supuesto los ricos materiales que por creer que tienen mucho van a tener mejor lugar y miran desde arriba de sus hombros a los demás y no son capaces de ofrecer algo por los demás.
Están los ricos "de poder" que creen que pueden dominar a los demás u ocupar el lugar de los demás porque se creen con más poder que otros, y sin embargo el poder no es de ellos ni siquiera lo tienen, sin darse cuenta que el apetito de poder es lo único que poseen.
Y así podríamos seguir haciendo una lista de los diferentes tipos de riquezas con los que nos encontramos, como para que no pensemos que esa parte del evangelio no nos toca a nosotros, sino que tenemos que descubrir cómo vivimos y si, realmente, somos pobres de espíritu como para dejarnos guiar y conducir por la Voluntad de Dios, haciendo que nuestra vida no sea elevada por nuestra soberbia sino por el Espíritu que habita en nosotros y que nos lleva por donde el Padre quiere.
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