miércoles, 1 de agosto de 2018

El valor del Reino

"En aquel tiempo, dijo Jesús al gentío:
«El reino de los cielos se parece a un tesoro escondido en el campo: el que lo encuentra lo vuelve a esconder y, lleno de alegría, va a vender todo lo que tiene y compra el campo".
No siempre los cristianos hemos comprendido el verdadero valor de lo que poseemos, el valor de la Fe, el valor del Evangelio, el valor de la Vida Nueva que nos ha alcanzado la Salvación en Jesucristo, pues si lo hubiésemos comprendido mejor no pondríamos trabas a la Voluntad de Dios en nuestras vidas. Como dice Jesús dejaríamos todo lo que nos gusta, lo que plenaeamos, nuestro criterios para poder vivir de acuerdo a lo que Él vivió y nos dejó como Camino de Salvación.
Y así se hace verdad aquello que Él mismo nos dijo en la Última Cena: "no son del mundo pero están en el mundo", y esa realidad la que nos tiene encadenados: el mundo. La vivencia de lo mundano, de sus criterios, de su manera de pensar, de ser es lo que "vivimos cada día" y por eso no nos damos cuenta que esa no es nuestra vida. Tenemos como el mejor de los tesoros el pensamiento y la forma de vivir del mundo y no la de Dios.
"Hemos sido rescatados ¡y a qué precio!", dice San Pablo, pues por su Sangre derramada en la Cruz Jesús nos dio una Vida Nueva, pero es una vida nueva que no surge en nosotros por arte de magia, sino que después que esa Via Nueva es infundida por el Espíritu Santo que habita en nosotros, somos nosotros mismos quienes tenemos que comenzar a madurarla y hacerla fructificar, con la Gracia del Espíritu, pero con nuestra disponibilidad a vender lo que el mundo me da, y a comprar lo que Cristo me ofrece.
Y ahí está el problema: el mundo están en constantes rebajas, ofertas a precios muy bajos de todos los placeres habidos y por haber, sin darnos cuenta que lo que, en realidad nos ofrece, es la degradación del hombre.
Es fácil y barato comprar y vivir lo que el mundo me ofrece constantementes, y sobre todo, porque va renovando su stock cada temporada, pero no es eso lo que me hace feliz, porque si lo fuese no estaríamos como estamos, sin embargo, si miramos a nuestro alrededor hay demasiada gente que vaga sin sentido por las calles del mundo.
Lo que el Señor nos ofrece tiene como condición sin la cual no podemos comenzar, lo más costoso de nuestra vida: "quien quiera venir detrás de mí que se niegue a sí mismo", y no estamos dispuesto a pagar ese precio pues nos parece demasiado exhorbitante, por eso seguimos sin alcanzar la meta que el Señor nos propone.
Cuando realmente descubramos el gran tesoro que Jesús nos ofrece, será ese el momento en el que tendremos no sólo la fuerza, sino la necesidad de vender todo para poder comprarlo.

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