martes, 6 de febrero de 2018

Hipocresía religiosa

"Él les contestó:
«Bien profetizó Isaías de vosotros, hipócritas, como está escrito:
“Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. El culto que me dan está vacío, porque la doctrina que enseñan son preceptos humanos.”
Dejáis a un lado el mandamiento de Dios para aferraros a la tradición de los hombres».
Como vemos la hipocresía (y no sólo en la vida religiosa) no es un mal de estos tiempos, sino que siempre el hombre ha tenido esa espina clavada en su corazón y su alma, pues forma parte de la imperfección y del pecado del hombre. Un hipocresía que, muchas veces, se ha institucionalizado haciendo leyes y prescripciones que van haciendo perder los verdaderos valores del hombres, como es el caso que plantea Jesús en este evangelio.
Pero tampoco nos hace falta que haya leyes que "regulen nuestras hipocresías", pues somos capaces de hacer nuestros propios argumentos para convencernos que la hipocresía que vivimos no es tal, sino que estamos viviendo en la más pura verdad. Y, en realidad, en los tiempos en donde las tinieblas van cubriendo toda la vida del hombre ya no podemos llegar a diferenciar qué es lo bueno o qué es lo verdadero.
Hoy en día la mayor hipocresía, si me lo permitís, es creer que lo que todos viven y lo que todos aceptan es la Verdad, es lo que se debe vivir. Y, para nosotros, los cristianos no ha de ser así porque tenemos una Ley y un Camino bien marcado y definido en la que creemos que es la Palabra de Dios. Aquello que Jesús le decía a la gente de su tiempo, también nos lo puede decir hoy a nosotros, hemos creído que los preceptos y las costumbres humanas de hoy ya son suficientes para dejar de lado la Ley de Dios y los consejos evangélicos que nos ha dado Jesús.
A veces nos quedamos sorprendidos con el cómo se viven algunas cosas, cómo se aceptan otras tantas, pero somos incapaces de hacer frente a la imposición de un estilo de vida que no es el que nos pide el Señor, somos incapaces de "nadar contra la corriente" y ser Fieles al Señor por miedo al qué dirán, por miedo a que me cataloguen como "beato" en una sociedad de no-beatos. Y, muchas veces, viviendo en una misma comunidad cristiana le impongo ese mote, creyendo que ofende o queriendo ofender, a quienes intentan ser Fieles a la Palabra de Dios, para de ese modo poder "esconder" mis infidelidades atancando primero a quien está viviendo de acuerdo a la Voluntad de Dios.

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