"Pongo delante de ti la vida y muerte, la bendición y la maldición. Elige la vida, para que viváis tú y tu descendencia, amando al Señor, tu Dios, escuchando su voz, adhiriéndote a el, pues él es tu vida y tus muchos años en la tierra que juró dar a tus padres Abrahán, Isaac y Jacob».
Cuando Dios eliigó al Pueblo de Israel por medio de los Profetas les fue indicando no sólo el Camino a seguir, sino que no lo obligó a seguir el Camino que Él les proponía. Fue el Pueblo quien eligió ser el Pueblo de Dios, y a partir de ese momento, cada día tenía que volver a discernir y elegir, pues todos los días delante de ellos, de tí y de mí, están los dos caminos: la vida y la muerte, el bien y el mal, y así, cada día, tenemos la obligación de discernir y de elegir, es más, casi sin quererlo o pensarlo, todos los días elegimos un camino.
¿Cuál es el problema? Ese que casi todos los días no pensamos qué camino elegimos o qué cosas elegimos, sino que nos dejamos llevar por los instintos que son totalmente humanos y se dejan influir por el medio ambiente en el que nos movemos y, así junto a la marea, vamos para donde la corriente nos lleva.
Este relato que nos presenta el Deuteronomia en la voz de Moisés es un diálogo que tenemos que tener siempre presente, pues sólo hay dos caminos para elegir, y nadie nos obliga a elegirlo, sólo nosotros tenemos el poder de decidir qué hacer, cómo hacerlo y cuándo hacerlo, pero lo que no tenemos el poder es de cambiar el final del camino, pues ese final ya está marcado. Es decir si me subo a un avión que vaya a Madrid no puedo pretender que me lleve a Buenos Aires, ya está fijado el rumbo y el destino. He sido yo quien se ha equivocado de vuelo.
En la vida nos suscede lo mismo tenemos que tener muy en claro hacia dónde queremos ir, para poder discernir qué camino elegir, pues de ese discernimiento dependen las elecciones diarias que me tocan realizar, y ahí no puedo culpar a nadie de mis elecciones, pues ese sí o no a cada día soy yo el único que lo da.
Por eso, en este hermoso tiempo de cuaresma tenemos la posibilidad de volver a pensar, de ponernos frente al Señor y descubrir cuál es el Sentido que Él quiere que le de a mi vida, poder elegir mi Camino desde y con su Luz, para que pueda hacer una opción fundamental que, a pesar del costo de cada día, le de sentido a las opciones particulares que tengo que tomar cada día al levantarme. El silencio de nuestra oración y diálogo personal con nuestro Padre nos ayudará a descubrir el Verdadero Camino que me conduce a la Vida.
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