"Todo lo que puedan decir o realizar, háganlo siempre en nombre del Señor Jesús, dando gracias por él a Dios Padre.
Cualquiera sea el trabajo de ustedes, háganlo de todo corazón, teniendo en cuenta que es para el Señor y no para los hombres. Sepan que el Señor los recompensará, haciéndolos sus herederos. Ustedes sirven a Cristo, el Señor".
Comenzar el mes de Mayo es pensar en la persona de San José, el padre de Jesús, el carpintero, el trabajador, pero, también, es pensar en María, pues comenzamos el més de las Flores a María, del hermoso rezo del rosario diario para ofrecerle a María, no sólo nuestra oración sino, también, nuestro corazón.
José y María hoy nos muestran un camino a recorrer, desde el silencio y la oración, el hacer todo por el Señor y para el Señor, porque lo demás vendrá por añadidura. La búsqueda de la Voluntad de Dios en sus vidas nos ayuda a descubrir cuánto nos falta, a nosotros, por llegar a comprender y aceptar que ese es el único camino de perfección y plenitud.
José y María, además nos muestran con sus vidas que la confianza y el abandono en Manos del Padre no nos va a quitar ninguna piedra del camino, no nos va a quitar ningún dolor por vivir, ni ninguna noche oscura por pasar, sino que todo eso y mucho más podremos vivir y superar con la ayuda de Su Gracia, si nuestras vidas están, verdaderamente, en Sus Manos.
José y María, nos enseñan que sólo el Amor a Dios y al otro nos puede mantener unidos en todo momento, no sólo en los más bellos y gustosos, sino, sobre todo, en los de más dolor e incertudumbre, pues son los momentos de más inseguridad los que ellos pasaron juntos y vivieron en una profunda unidad en el amor entre ellos y hacia Dios.
José y María, nos ayudarán en estos momentos y en estos días, a superar la tristeza y la oscuridad que produce el tener que despedirse de los seres más queridos, sabiendo que en la Casa del Padre estarán esperándonos para compartir juntos la gloria de la eternidad. Pues ellos dos, como nosotros, también han vivido el dolor de la enfermedad, y de la muerte no sólo de un esposo, sino también la del Hijo Único.
Ellos, María y José, son para nosotros el ejemplo más vivo y más claro para comprender y aceptar que el Amor a Dios no sólo son palabras bonitas, sino que es una vida entregada y confiada, que alcanza a quien la vive la plenitud y la perfección de la santidad.
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