jueves, 14 de mayo de 2020

Permanecer como apóstol

Cuando Pedro tomó la palabra para poder elegir a uno que ocupara el lugar de Judas Iscariote, puso una condición, pues para ser apóstol había que:
"Es necesario, por tanto, que uno de los que nos acompañaron todo el tiempo en el que convivió con nosotros el Señor Jesús, comenzando en el bautismo de Juan hasta el día en que nos fue quitado y llevado al cielo, se asocie a nosotros como testigo de su resurrección».
"Uno de los que acompañaron todo el tiempo en el que convivió con nosotros el Señor Jesús", la permanencia junto al Señor es una condición sin la cual no se puede llegar a ser apóstol, pues no anunciamos un mensaje aprendido de memoria, sino que anunciamos una vida vivida junto al Señor.
Cualquier puede aprenderse de memoria la vida de Jesús, así como cualquiera puede llegar a conocer lo que se dijo sobre la vida de alguien, pero eso no significa que se haya vivido junto a ella.
Y, nosotros, hemos sido elegido para pertenecer a una Iglesia católica y apostólica, y no sólo porque esté construída sobre la fe de los 12 apóstoles, sino porque ese es su rasgo esencial: todos en ella son apóstoles, todos anunciamos la Buena Noticia que nos trajo Jesús, porque a todos, es lo que creemos, nos ha llamado Él, y por Él vamos al Padre, sin dejar de vivir la misión fundamental: "id al mundo entero".
¿Cómo y cuándo nos eligió el Señor? Eso no es importante, lo importante es saber que Él nos llamó y nos consagró para ser sus testigos hasta el fin de los tiempos. Porque, hoy, tenemos el ejemplo de Matías, apóstol o, también, de San Pablo, ninguno de los dos fueron elegidos como el resto de los apóstoles, pero sin embargo, ninguno de los puede dejar de ser llamado apóstol de Cristo.
Lo que importa es la respuesta al llamado: y por eso el Señor en el Evangelio nos habla de la permanencia en su Amor y en su Palabra:
"Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor.
Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; lo mismo que yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor.
Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría llegue a plenitud.
Este es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado".
Y sabes que este permanecer no es un permanecer pasivo, sino que es un permanecer activo, pues el Amor es la fueza que nos mueve a llevar a todos el mensaje que hemos recibido, a llevar a todos la Vida que nos ha sido dada "y ¡a qué precio!". Por eso, debemos, siempre, pedir al Espíritu que nos de la fortaleza para saber permanecer en el Amor, para saber permanecer en Fidelidad a la Vida que el Señor nos ha dado, nos ha enseñado y pedido vivir, y nos ha pedido que la transmitamos al mundo entero.

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