"Como ellos se oponían y respondían con blasfemias, Pablo sacudió sus vestidos y les dijo:
«Vuestra sangre recaiga sobre vuestra cabeza. Yo soy inocente y desde ahora me voy con los gentiles».
San Pablo, desde antes de su conversión era un hombre de fuerte temperamento, y, como dicen las Escrituras, muy celoso de su fe, tanto lo era de la fe judía, como después de la fe en Cristo. Por eso nunca podía dejar de predicar, y de predicar con fervor y con ese fuego que le quemaba por dentro, pues, como muchas veces había dicho Jesús: había encontrado un tesoro y por eso había vendido todo lo que tenía para comprarlo. Ese tesoro era la Fe en Jesucristo, una revelación que le transformó la vida y por eso quería y neceistaba compartirlo y anunciarlo a todos los hombres, primero a los de su raza.
Esta necesidad de anunciarlo al pueblo judío era porque Jesús era el Mesías esperado, el Prometido por Dios para su Pueblo, y, por eso, cuando su gente no lo quería escuchar o no querían entender, se encendía ante la falta de fe y de disposición a creer. Al tomar conciencia de esta falta de disposición comprendió que ya no tenía que seguir insistiendo con ellos: "desde ahora me voy con los gentiles".
Y ¿qué nos enseña esta actitud de Pablo? Muchas veces nos empeñamos en que alguien, a quien queremos, pueda llegar a comprender lo que estamos viviendo: queremos convertirlo y que crea en lo que creemos; pero esa persona no está dispuesta a creer, no está dispuesta a convertir su corazón y disponerse a escuchar lo que queremos compartir. Hay veces que nos pasamos años queriendo que creean, pero no hay caso, no abren su corazón a lo que les estamos compartiendo. Es ahí cuando nos tenemos que dar cuenta que quien no quiere creer "aunque resucite un muerte no va a creer", y hay que dejarlo que siga su propio camino y nosotros comenzar a recorrer otro camino.
Quizás sea el momento de descubrir, como Pablo, que tenemos que ir a predicar a otros o predicar de otro modo, buscar nuevos métodos de evangelización y nuevos campos para realizar el anuncia de la Palabra.
Muchas veces somos nosotros los que nos empecinamos en que tal o cual crea, y no nos damos cuenta que hay otros corazones que nos están esperando pero que no les damos importancia, porque nos hemos cerrado a tal o cual cosa o tal o cual caso, y Dios nos está queriendo decir: ¡ya basta! hay que ir o mirar para otro lado.
Porque así lo hizo Pablo, tomó la decisión de mirar e ir hacia otro lado:
"Se marcho de allí y se fue a casa de Ticio Justo, que adoraba a Dios y cuya casa estaba al lado de la sinagoga. Crispo, el jefe de la sinagoga, creyó en el Señor con toda su familia; también otros muchos corintios, al escuchar a Pablo, creían y se bautizaban".
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