viernes, 29 de mayo de 2020

Las dos caras del amor

"Habiéndose aparecido Jesús a sus discípulos, después de comer con ellos, le dice a Simón Pedro:
«Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos?».
Él le contestó:
«Sí, Señor, tú, sabes que te quiero».
Jesús le dice:
«Apacienta mis corderos».
En este diálogo entre Jesús y Pedro podemos descubrir dos cosas (por lo menos son las que se me ocurren en este momento):
Para seguirlo a Jesús, para ser su discípulo, para ser cristiano, es necesario amarlo, pero amarlo en serio (por eso las tres preguntas, para que quede bien claro que hay que amar a la Persona y no a las leyes que la persona dio) Y, por lo tanto, ser cristiano no es seguir una serie de normas o preceptos, sino amar a una Persona y vivir como esa persona vivió. Así, ser cristiano no es sólo una serie de normas a cumplir sino una vida a vivir: la vida de Cristo, por esa misma razón a los discípulos los llamaron cristianos, porque en ellos veían la vida Cristo, esa vida que ellos mismos predicaban.
Y, segundo, (lo de antes era lo primero), que ese amor a Cristo no es una amor pasivo y afectivo, por que a la respuesta de Pedro de "Sí, Señor, tú sabes que te quiero", Jesús le exhige una acción: "apacienta mis corderos".
Muchas veces nos quedamos en un amor afectivo: me siento bien con Cristo; y cuando el Señor me pide algo que no me gusta, o no exige algo que no está dentro de mis planes, el amor se va al garete, ya dejo de amar al Señor porque lo que me está pidiendo no es lo que yo pensaba que viviría. Y esto sucede porque no me he puesto a pensar cuál o cómo ha sido la vida de Cristo: "siendo hijo aprendió, por medio del sufrimiento, a obedecer" (dice la carta a los Hebreos) Pero como me quedé con el amor al Buen Jesús, al Dulce Corazón de Jesús, nunca pensé que Jesús me exigiría "niégate a tí mismo, carga con tu cruz de cada día y sígueme", pero sígueme en todos los caminos y momentos de la vida. Por eso, no es sólo un amor afectivo de ¡cuánto me ama! ¡cuánto amor que tiene para mí!; sino también, un amor efectivo que se muestra en todos los momentos de la vida.
Y este amor efectivo se demuestra en la acción concreta que el Señor me pide: "mi alimento es hacer la Voluntad del que me envió", "no hago otra cosa que lo que he visto hacer a mi Padre", es decir, mi acción concreta por el amor que le tengo al Señor será ser Fiel a la Voluntad de Dios. En Pedro esa acción fue "apacentar a las ovejas y corderos", es decir ser Pastor del Gran Rebaño del Señor. Y, por eso, a cada uno de nosotros nos ha dado una misión, una vocación, una profesión en la que se verá, claramente, si soy o no soy Fiel a la Voluntad de Dios.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.