"En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«La paz os dejo, mi paz os doy; no os la doy yo como la da el mundo. Que no se turbe vuestro corazón ni se acobarde".
La paz es algo que buscamos constantemente y no sólo la Paz Mundial, sino, sobre todo la paz en nuestras vidas. Pero ¿cuál es la paz de la que nos habla Jesús? Porque Él dice que no es la paz como la da el mundo, es Su Paz.
Cuando pensamos en paz, pensamos en tranquilidad, en sosiego, pero esa no es la Paz que nos da Jesús, porque su Paz era hacer la Voluntad del Padre, es una paz activa que busca constantemente ser instrumento en las Manos de Dios. Por eso, cuando sigue hablando nos dice: que no se turbe vuestro corazón ni se acobarde, porque en esa búsqueda de la Voluntad de Dios, siempre habrá situaciones que nos lleven al límite de querer o no querer realizar lo que Dios nos pida. Sí, como le paso a Jesús en el Huerto de los Olivos.
La Paz de Jesús es la tranquilidad que da saber que he intentado, por todos los medios, ser Fiel a la Voluntad del Padre, que no he dejado momento en mi vida sin que ese Ideal marcara mi vida. Y, sobre todo, sabiendo que "aunque pase por oscuras quebradas no temeré ningún mal, por Él está conmigo".
La Paz de Jesús es saber que soy coherente con lo que digo vivir y con lo que vivo, porque por mi vida los hombres creerán en Dios, por que "el Señor es mi Luz y mi Salvación", y es esa Luz la que ilumina la vida de los demás para que encuentren el camino de la salvación.
La Paz que me da Jesús no es la paz de aquél que no hace nada, porque se escuda en su falsa "humildad" para no hacer nada, sino que es la Paz de aquél que puede decir al final de cada día: "siervo inútil soy" he sido Fiel a la Voluntad de Dios.
La Paz que nos da Jesús es aquella Paz que incomoda nuestro corazón cuando no estamos viviendo como Jesús nos pide, cuando nos hemos quedado sentados en el sofá de la comodidad de mi casa sin mirar hacia los hermanos que necesitan que lleve una palabra de esperanza, de fe, confianza; porque sabemos que nuestra vida ya no nos pertenece porque hemos sido consgrados el día de nuestro Bautismo y se nos ha instituído como misioneros de la Palabra del Señor.
La Paz es una búsqueda constante de Gracia para poder llegar a alcanzar la meta de la santidad, como dice el Apóstol: he alcanzado la meta, no he perdido la fe. La Paz es una carrera constante en el Camino de la Vida, una carrera que trae como consecuencia la Paz del Señor a nuestras vidas.
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