"Entonces Pablo y Bernabé dijeron con toda valentía:
«Teníamos que anunciaros primero a vosotros la palabra de Dios; pero como la rechazáis y no os consideráis dignos de la vida eterna, sabed que nos dedicamos a los gentiles. Así nos lo ha mandado el Señor: “Yo te he puesto como luz de los gentiles, para que lleves la salvación hasta el confín de la tierra”».
Me resultó fuerte esta frase de San Pablo y Bernabé: "como la rechazáis y no os consideráis dignos de la vida eterna", una frase que podemos trasladar a muchos aspectos de nuestra vida cristiana. Porque en algunos sentidos siempre vemos gente que rechaza algo de la vida, que no está de acuerdo con lo que se vive y, entonces, se aleja, se aparta de la Comunidad, de la Comunión; y no lo hace porque lo hayan dejado de lado, sino que se aparta sólo por que tal gente o tal persona, o tal actitud no le ha gustado.
Claro que, lamentablemente, quien se aparta de la comunión de la Comunidad no se queda en silencio, alegre por haberse ido de donde no se sentía a gusto, sino que como lo hace por envidia, por soberbia o por apetito de poder dañado, entonces abre fuego contra aquellos o aquella comunidad:
"La palabra del Señor se iba difundiendo por toda la región. Pero los judíos incitaron a las señoras distinguidas, adoradoras de Dios, y a los principales de la ciudad, provocaron una persecución contra Pablo y Bernabé y los expulsaron de su territorio".
Así, en muchas comunidades o familias, por la envidia y los rencores se han alejado o destruído, y no han podido disfrutar de la alegría de ser lo deben ser: una comunidad de personas que se aman. El pecado original nos ha dejado tan dañados que no nos damos cuenta no sólo el daño que nos hacemos porque nos alejamos de la comunión, sino el daño que le hacemos a los demás queriéndoselo hacer sólo a una persona. Porque cuando tiramos plumas (por decir una palabra decente) al aire nunca sabemos dónde van a caer y a quien van a dañar.
Pero al malvado, al envidioso, al rencoroso no le importa a quién daña, sino que lo que le importa es hacer daño y sentirse el ganador de la batalla, sin darse cuenta de lo que dice san Pablo, pues destruyendo la comunión no alcanza la salvación.
Por eso es importante que en comunidad no busquemos sólo nuestro bien, sino el bien común que es el ideal que el Señor nos ha pedido vivir: "sean uno, como el Padre y yo somos uno, para que el mundo crea", pero no es una unidad cualquier, no es sólo un montón de gente debajo de un mismo techo, sino la Unidad que el Señor nos pide vivir está basada en el Nuevo Mandamiento: "amaos unos a otros como yo os he amado", "en la medida en que se amen unos a otros el mundo creerá que sois mis discípulos".
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