jueves, 28 de mayo de 2020

Astutos o violentos?

"Pablo sabía que una parte eran fariseos y otra saduceos y gritó en el Sanedrín:
«Hermanos, yo soy fariseo, hijo de fariseo, se me está juzgando por la esperanza en la resurrección de los muertos».
Apenas dijo esto, se produjo un altercado entre fariseos y saduceos, y la asamblea quedó dividida. (Los saduceos sostienen que no hay resurrección, ni ángeles, ni espíritus, mientras que los fariseos admiten ambas cosas)".
"Sed astutos como serpientes y mansos como palomas", había dicho Jesús, y es una virtud que san Pablo supo usar en todo momento, sobre todo, cuando sabía que el Plan del Señor no era el que se dejara matar. Así como el Señor nunca se dejó "atrapar" por los que querían matarlo hasta que no llegó su Hora.
La astucia usada para el bien, está bien usada, pero siempre tenemos que tener presente que el pecado original reside en nosotros, y, muchas veces, somos astutos para liberarnos no del mundo, sino de Dios. Usamos la astucia del mundo para escondernos frente a la Voluntad de Dios. Sí, como lo intentó hacer Adán y Eva después del pecado original, que el Génesis nos presenta aquella imagen de que se habían tapado con hojas y se habían escondido detrás de los árboles. Sin embargo Dios se hace el tonto y pasa buscándolos como si no supiera lo que habían hecho o dónde estaban. Y por eso mismo San Agustín dice: "temo al Dios que pasa y no vuelve". "Señor, que no dejemos pasar las oportunidades que Vos nos das. No seamos nosotros los que desperdiciemos una bendicion".
Al usar la astucia para no dejar pasar las oportunidades de ser Fieles a Dios, podemos así vivir la mansedumbre frente a diversas situaciones. Pablo, en este relato no tuvo que vocear ni usar la violencia, para poder liberarse de la muerte que querían sus acusadores, sino que viendo dónde estaba la grieta entre ellos, supo usar su astucia para seguir adelante con el Plan de Dios:
"La noche siguiente, el Señor se le presentó y le dijo:
«¡Animo! Lo mismo que has dado testimonio en Jerusalén de lo que a mí se refiere, tienes que darlo en Roma».
Cuando no entendemos la Voluntad de Dios y nos seguimos guiando por nuestra propia voluntad, siempre nos dejamos llevar por el genio o el temperamento malo y así generamos divisiones y desuniones, queremos forzar, muchas veces, situaciones que no son propias del evangelio para poder hacer nuestros gustos y deseos, sin embargo, el Señor no va a darnos su Gracia para hacer nuestra voluntad. Y nos daremos cuenta porque la Paz no llega a nuestro corazón, cuando nos dejamos llevar por la violencia de tener que obligar a otros a aceptar mi voluntad y no la Voluntad de Dios.
Siempre el Señor, como en el relato del Génesis, vendrá a buscarnos, pero por miedo seguiremos ocultos tras nuestros propios argumentos y excusas, dejando pasar la Gracia que viene a salvarnos y a restaurarnos de nuestras caídas. Si nos ponemos frente al Señor y dejamos que la Verdad se haga presente, entonces, nos salvará y nos rescatará y nos ayudará a recomenzar un Camino de Fidelidad a la Vida en la Verdad, pero no en mi verdad, sino en la Verdad del Evangelio, en el Camino de la Voluntad de Dios.

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