jueves, 30 de abril de 2020

Los milagros del Espíritu

"El Espíritu dijo a Felipe:
«Acércate y pégate a la carroza».
Felipe se acercó corriendo..."
Estas son las "cosas" que suceden cuando nos dejamos llevar por el Espíritu Santo: Él sabe dónde tenemos que estar en qué momento y, además, es Quien, también, sabe lo que tenemos que decir y cómo decirlo. Por eso, la misión de los apóstoles fue tan grande: porque se dejaron conducir por el Espíritu Santo, y, aunque los hombres quisieron callarlos de las mil maneras, no lograron conseguirlo, ni en aquél momento, ni en estos días.
Por eso, aunque no podamos, en estos días, recibir los sacramentos, especialmente la Eucaristía, si dejamos que en el silencio de cada día el Espíritu Santo nos hable, vamos a ver qué grandes cosas podemos llegar a hacer.
Claro está que no serán las grandes cosas que nosotros pensamos, pero serán las Grandes Cosas que Dios quiere que hagamos. Porque hoy no tendremos la posibilidad (quizás, salvo que Dios así lo quiera) de hacer grandes milagros o dejarnos arrebatar por el Espíritu y entrar en éxtasis o levitaciones; pero sí podremos ser instrumentos para llevar paz, para dar alegría, para sostener en la esperanza, para mantener la verdad y la justicia. ¡Hay tantos milagros que podemos llegar a hacer en nuestro día a día!
Y son esas pequeñas cosas las que hacen maravillosa nuestra vida, son esos pequeños milagros los que manifiestan el espíritu de Dios en la vida cotidiana.
«Mira, agua. ¿Qué dificultad hay en que me bautice?».
Mandó parar la carroza, bajaron los dos al agua, Felipe y el eunuco y lo bautizó. Cuando salieron del agua, el Espíritu del Señor arrebató a Felipe. El eunuco no volvió a verlo, y siguió su camino lleno de alegría".
Este final es el importante, como decía la Madre Teresa de Calcuta: que nadie se vaya de tu lado sin haber experimentado la alegría. Y ese es el mayor de los milagros que podemos hacer: ayudar a mantener la alegría de ser hijos de Dios, de vivir el gozo pascual, de sabernos salvados por Nuestro Señor Jesucristo, de mantener viva la esperanza de un nuevo día y de un nuevo mundo.

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