"Y les dijo:
«Esto es lo que os dije mientras estaba con vosotros: que era necesario que se cumpliera todo lo escrito en la Ley de Moisés y en los Profetas y Salmos acerca de mí».
Entonces les abrió el entendimiento para comprender las Escrituras.
«Así está escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día y en su nombre se proclamará la conversión para el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén. Vosotros sois testigos de esto».
Sí, muchas veces nos cuesta entender lo que Dios va permitiendo en la historia y en nuestra historia personal. Por eso necesitamos ese contacto personal y real con Jesús Resucitado, como lo tuvieron los apóstoles, para que Él con su Espíritu nos abra el entendimiento y podamos comprender, o, por lo menos, aceptar lo que nos está sucediendo.
Nuestras realidades personales y la historia, en general, tienen esos puntos o partes oscuras que no siempre llegamos a aceptar, y, en muchos casos, a comprender, porque siempre creemos que Dios no puede permitir esto o lo otro, y por eso siempre el primer culpable es Dios y no el hombre que, con su libertad, hace lo que quiere sin mirar los daños que provoca.
Sin embargo Dios va creando resultados maravillosos de los errores humanos y, aunque, los hombres crean que van destruyendo el plan de Dios, se va construyendo algo mejor que lo que destruye.
Como le decía Pedro a los israelitas:
"Vosotros renegasteis del Santo y del Justo, y pedisteis el indulto de un asesino; matasteis al autor de la vida, pero Dios lo resucitó de entre los muertos, y nosotros somos testigos de ello.
Ahora bien, hermanos, sé que lo hicisteis por ignorancia, al igual que vuestras autoridades; pero Dios cumplió de esta manera lo que había predicho por los profetas, que su Mesías tenía que padecer".
Ellos creían que matando a Jesús todo quedaría en la nada, sin embargo Dios lo resucitó y nosotros somos testigos de ello, y la Palabra que el Señor dejó para los Hombres, sigue siendo una Palabra Viva y Verdadera, que da vida y santifica y salva. Pero es una Palabra que tiene que ser transmitida por aquellos que creyeron en Su Nombre, por aquellos que fueron y son testigos de la Resurrección y de la Salvación. Y esos testigos somos nosotros, sí tú y yo, cada uno de nosotros, los que hemos recibido el Don de la Fe, y hemos creído en Jesús, Señor y Salvador, somos los testigos que llevamos al mundo el mensaje de la Salvación.
Y hoy, más que nunca, tenemos que ser testigos creíbles de un mensaje de Vida, de un mensaje de Esperanza, de un mensaje que restaura y renueva la vida, porque sabe en Quién ha puesto su Esperanza y sabe que, a pesar de caminar por Valles Oscuros, nada nos pasará por que el Señor está con nosotros.
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