Hoy viernes, antes del Domingo de Ramos, es conocido como "Viernes de Dolores", pero no de los dolores de Jesús, porque estamos por comenzar la Semana Santa, sino los Dolores de María, Su Madre. Una tradición que está muy arraigada entre la devoción popular.
Hoy será un Viernes de Dolores muy particular, así como lo será la Semana Santa, pues no habrá misa con público, ni procesión. Y nos ayudará a poder estar más unidos a María, porque su Dolor fue vivido en el silencio de su corazón, y en la más profunda relación con el Padre de los Cielos.
En estos tiempos tan mediáticos que vivimos no sabemos vivir en el silencio, ni tan siquiera no hacer públicos nuestros problemas, aunque sean los más íntimos. Así nos lo ha enseñado "la caja tonta", como algunos la llaman, que es la televisión. Con tantos programas que se meten en la vida íntima, verdadera o inventada, de los personas públicos o no. Hemos creído que esa era la nueva forma de vivir: exponiendo al público todo lo que vivimos, sin tener pudor ni intimidad, ni tan siquiera vergüenza por lo que hacemos o dejamos de hacer. Aunque si lo que muestran no me gusta me enfado y digo barbaridades.
Así hemos llegado a, muchas veces, creer que la mentira es verdad, y que el pecado es virtud. Pero no son cosas que, en algunas personas, importe mucho. Lo que importa es tener fama o "libertad" para decir las cosas que pienso.
Y el profeta Jeremías nos enseña a cómo vivir en esas situaciones:
"Oía la acusación de la gente:
«Pavor-en-torno; delatadlo, vamos a delatarlo».
Mis amigos acechaban mi traspié:
«A ver si, engañado, lo sometemos y podemos vengaremos de él».
Pero el Señor es mi fuerte defensor: me persiguen, pero tropiezan impotentes.
Acabarán avergonzados de su fracaso, con sonrojo eterno que no se olvidará".
Y si lo unimos al Dolor de María, vamos a descubrir cómo hay que vivir nuestra vida en Dios y con Dios. No importa lo que el mundo y los demás digan o planeen sobre mi vida. Lo que me tiene que importar y ocupar es la Fidelidad a la Voluntad de Dios, pues sólo Él puede salvarme y darme la Vida Verdadera. Y, aunque el dolor y la oscuridad sean fuertes y profundas, no temeré porque se en Quien he puesto mi confianza.
María, Nuestra Madre, en ningún momento dudó del Señor, y en ningún momento rechazó el camino que le pidió recorrer el Padre Dios, sino que "en silencio de su corazón conservó y meditó todas esas cosas".
Así será este día, desde el silencio acompañar a María para comenzar a vivir estos días, en los cuales unidos a Ella, podremos acompañar al Hijo que se entrega por Amor y Obediencia al Padre, a la muerte y muerte de Cruz.
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