sábado, 25 de mayo de 2024

Unción de los enfermos

"Queridos hermanos:
¿Está sufriendo alguno de vosotros? Rece. ¿Está contento? Cante. ¿Está enfermo alguno de vosotros? Llame a los presbíteros de la Iglesia, que recen por él y lo unjan con óleo en el nombre del Señor. La oración hecha con fe salvará al enfermo y el Señor lo restablecerá; y si hubiera cometido algún pecado, le será perdonado".
Poco hablamos del sacramento de la Unción de los Enfermos, tan mal conocido como la "extrema unción". Sí, tan mal conocido o mejor dicho, tan temido, como la extrema unción. Tan temido porque cuando una persona está enferma se tiene miedo de llamar a los sacerdotes para que unjan con el óleo al enfermo, pues se piensa que se va a morir directamente cuando se lo unja. Sin embargo, cuando hay en la parroquia unción de enfermos se apunta todo el mundo. Pero cuando se está gravemente enfermo no se llama al sacerdote.
Como bien dice Santiago en su carta, el óleo de los enfermos no es una unción extrema, sino que es un instrumento de Gracia como todos los sacramentos (cada uno con su función) que fortalece el espíritu en los momentos de enfermedad y, sobre todo, "si hubiera cometido algún pecado, le será perdonado". La fuerza que da el sacramento ayuda a reconciliarnos con los hermanos y con Dios, y, si fuera el caso, a preparar nuestra alma para el encuentro con el Señor.
Por un lado es normal que no hablemos de la muerte cuando el enfermo está grave, pero sería lógico que, si tuviéramos fe madura, se pueda hablar de preparar el alma por si el Señor nos llamara a Su Encuentro. Y eso poder hacerlo mientras estamos conscientes, para que, recibamos con alegría la Gracia de la Unción, y, sobre todo, la de la reconciliación.
Tanto cuando recibimos la unción de los enfermos en la parroquia, como cuando la recibimos en la cama cuando estamos graves, actúa del mismo modo y nos da la misma Gracia, por eso no tenemos que tener miedo de llamar a los sacerdotes para que nos unjan o unjan a un ser querido mientras se está grave o con una enfermedad terminal, o simplemente, cuando la enfermedad es grave aunque no sea terminal.

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