"Hermanos:
Revístanse del amor, que es el vínculo de la perfección.
Que la paz de Cristo reine en sus corazones: esa paz a la que han sido llamados, porque formamos un solo Cuerpo. Y vivan en la acción de gracias.
Todo lo que puedan decir o realizar, háganlo siempre en Nombre del Señor Jesús, dando gracias por Él a Dios Padre.
Cualquiera sea el trabajo de ustedes, háganlo de todo corazón, teniendo en cuenta que es para el Señor y no para los hombres. Sepan que el Señor los recompensará, haciéndolos sus herederos. Ustedes sirven a Cristo, el Señor".
Copio todo el párrafo de la carta de San Pablo porque es la que nos da las pistas para poder alcanzar la santidad en la vida cotidiana, así como lo hizo san José.
"Revestirnos del amor", no es una tarea fácil porque no habla del amor afectivo (solamente) sino, especialmente, del amor activo, aquél de la carta a los corintios: que no se cansa nunca, que nunca piensa mal, que no es descortés, que no se engríe, etc. etc. Es decir del amor de Dios que todo lo puede y que todo lo perdona. ¡Ese es el amor del que nos tenemos que revestir! Pero ese amor no se consigue así nomás, sino que hay que trabajar mucho, espiritualmente, para conseguirlo, pues se basa en una auténtica y constante relación con el Amor Infinito, por medio de la Palabra, de la oración, de los sacramentos, de la ascesis personal.
Ese Amor verdadero, cuando lo pongamos en práctica habitual, será el que nos traiga la paz a nuestros corazones, porque ese Amor es el que nos permitirá borrar todo rasgo de rencor, de heridas que no están sanadas, de prejuicios, y todo aquello que el pecado original origina en nosotros y nos quita la paz de Dios.
Porque así, llenos del Amor de Dios y en Paz con Él, con nosotros mismos y con nuestros hermanos, podremos trabajar unidos para consolidar el Cuerpo Místico de Cristo, y alcanzar la santidad que nos lleva vivir en una comunidad de personas que se aman, ayudando, consolando, acompañando, buscando sobre todas las cosas el camino de la Fidelidad a la Voluntad de Dios, y, por eso, la vivencia de los valores evangélicos, haciendo de nuestra vida cotidiana una vida en santidad: luz para los que buscan a Dios, esperanza para los que están desanimados, fortaleza para los que se han caído y testimonio de vida en Dios.
miércoles, 1 de mayo de 2024
Un verdadera camino
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