lunes, 6 de mayo de 2024

Sólo hay un Camino

"El sábado salimos de la ciudad y fuimos a un sitio junto al río, donde pensábamos que se había un lugar de oración; nos sentamos y trabamos conversación con las mujeres que habían acudido. Una de ellas, que se llamaba Lidia, natural de Tiatira, vendedora de púrpura, que adoraba al verdadero Dios, estaba escuchando; y el Señor le abrió el corazón para que aceptara lo que decía Pablo".
¿Qué es lo que me llama la atención de este párrafo? Lo siguiente: "y el Señor le abrió el corazón para que aceptara lo que decía Pablo". Realmente es una Gracia el poder abrir el corazón, no a las palabras de Pablo, sino a las Palabras que el Señor puso en boca de Pablo para llamar a la conversión a sus hijos.
Es claro que ante, también, el Señor lo convirtió a Pablo para que hablara Sus Palabras, y Pablo aceptó ese llamado de Jesús para ser su Apóstol. Un Apóstol que fiel y encendido por el Amor de Cristo pudo dar testimonio de lo que creía y no sólo con las palabras, sino también, con su vida.
Todo esto porque el Señor ha sido Fiel a Su Palabra, a sus Promesas:
«Cuando venga el Paráclito, que os enviaré desde el Padre, el Espíritu de la verdad, que procede del Padre, él dará testimonio de mí; y también vosotros daréis testimonio, porque desde el principio estáis conmigo".
Es el Espíritu de Jesús, el Espíritu Santo, quien puede hacer maravillas con aquellos que abren su corazón a la conversión. Porque, en realidad, la Gracia del Señor puede tocar el corazón de alguien, pero, después de escuchar Su Palabra puede renegar de lo que escucha, o negar que lo que escucha sea Palabra de Dios.
Así le pasa a muchos cristianos que habiendo abierto el corazón a la Gracia de Dios, se han alejado de la Verdad de la Palabra de Jesús y han construido un evangelio a su medida, perdiendo así la Gracia de la Salvación, pues el único Camino que nos salva es el Camino que recorrió Jesús y que dejó para que nosotros después los recorriéramos junto con Él.
Pero, si nos hacemos un camino paralelo al del Evangelio no terminaremos en el mismo lugar, sino en otro lugar que no es el que el Señor preparó para nosotros. Por eso es importante que no desviemos nuestra mirada por caminos más fáciles y más espaciosos, sino que aceptemos que el Camino del Señor es angosto y la puerta estrecha, pues para entrar en el Reino de los Cielos sólo existe ese Camino, y ese Camino es Jesús.

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