"En aquel tiempo, al salir de la sinagoga, los fariseos planearon el modo de acabar con Jesús.
Pero Jesús se enteró, se marchó de allí, y muchos le siguieron".
¿Por qué comenzar con esta frase? Me parece que, también, hoy es el contexto en el que nos movemos como cristianos, como Iglesia, en el mundo de hoy. Hay una clase o un sector de la sociedad, sobre todo política, que quiere matar a Jesús, cree que matando a la Iglesia matará a Jesús, y por eso busca de todas las formas encerrarla y dejar sin lugares donde predicar la Buena Noticia. Creen, muchos, que si le quitan el poder a la Iglesia Dios va a desaparecer de la historia de la humanidad. Y no saben que están muy equivocados, porque una vez que Dios entró en la Historia de la Humanidad, esa Historia es ahora Historia de Salvación y no podrán quitarlo de ahí.
"Así se cumplió lo dicho por medio del profeta Isaías:
«Mirad a mi siervo, mi elegido, mi amado, en quien me complazco. Sobre él pondré mi espíritu para que anuncie el derecho a las naciones. No porfiará, no gritará, nadie escuchará su voz por las calles.
La caña cascada no la quebrará, la mecha vacilante no lo apagará, hasta llevar el derecho a la victoria; en su nombre esperarán las naciones».
Porque Cristo no necesita una estructura jerárquica, ni idelicia, para vivir en la Historia, necesita corazones dispuestos a recibirlo, corazones dispuestos a escuchar y corazones dispuestos a vivir, y así, con cada uno de nosotros, Él seguirá vivo en la Historia del mundo, pues Él es el Señor de la Historia, Él es el creador del Hombre.
A veces escuchamos las voces de gente de Iglesia tiene miedo por si los políticos quitan la materia de religión, por si los ministros quitan los subsidios a los colegios concertados, por si esto por si lo otro, y nos olvidamos que la Iglesia no comenzó ni con colegiios, ni con templos, le bastó al Señor encontrar 12 corazones abiertos a creer y dispuestos a dar la vida por Su Mensaje de Vida. Las clases de religión fueron dadas en las casas y compartidas de padres a hijos, y de hijos a nietos; en las casas de vivía la fe de un modo sencillo pero fuerte e intenso que hizo que las raíces cristianas llegaran a lo más profundo del mundo, para permanecer, después de 2000 años alimentando a todo un gran pueblo de Dios.
No, los cristianos no necesitamos grandes cosas para sobrevivir. Cristo necesita corazones dispuestos a vivir según la Voluntad de Dios para seguir llevando el mensaje de Salvación a todo el mundo y hasta los confines de la tierra.
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