jueves, 30 de julio de 2020

Como el alfarero

"Él les dijo:
«Pues bien, un escriba que se ha hecho discípulo del reino de los cielos es como un padre de familia que va sacando de su tesoro lo nuevo y lo antiguo».
Esta imagen que Jesús nos presenta me hace acordar a San Pablo, porque fue de esos escribas que tuvo que sacar de su tesoro lo nuevo y lo antiguo. Sí, porque al descubrir a Jesús y aceptar su mensaje tuvo que mirar hacia adentro de sí y comenzar a reconstruir su vida de fe, su doctrina, su pensamiento, y, en ese proceso, seguramente, tuvo que decidir qué seguir conservando y qué aceptar como nuevo plan de vida.
Es así que, cuando nos decidimos, verdaderamente, por ser cristianos tenemos que comenzar a hacer un cambio de mentalidad. Y es ahí cuando vuelve a la mente el mensaje del Señor a Jeremias cuando lo hizo bajar a la casa del alfarero (de más está decir que es una de las canciones que más nos gustan de la misa: la canción del alfarero):
"Entonces el Señor me dirigió la palabra en estos términos:«¿No puedo yo trataros como este alfarero, casa de Israel? - oráculo del Señor -.
Pues lo mismo que está el barro en manos del alfarero, así estáis vosotros en mi mano, casa de Israel».
Pero.. y sí, siempre hay un pero en nuestras vidas... Pero, me gustan mucho las profecías, las parábolas, y las canciones, pero... no me gusta que esas palabras lleguen a mi vida y me pidan que cambie, que modifique, que rompa mis plantes y vuelva a comenzar.
Así es, descubrir que en nuestras vidas es el Señor quien tiene el poder y no yo, aceptar que no es mi voluntad la que debe predominar sino la del Señor, no es lo más fácil que nos puede tocar. Sino que es el principio de la aceptación a la Voluntad de Dios lo que nos puede llevar a la santidad, pero no sin el dolor de tener que sacar de nuestro tesoro mucho que había acumulado, pero que no servía para nada de lo que Dios me estaba pidiendo.
Así es que sí, tengo, quizás cada cierto tiempo, volver a abrir el tesoro y descubrir qué cosas he acumulado y que no sirven para el Reino de los Cielos, que tesoros llevo acumulados en el corazón que no me dejan ser Fiel a la Voluntad de Dios.

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