"En aquel tiempo, se puso Jesús a recriminar a las ciudades donde había hecho la mayor parte de sus milagros, porque no se habían convertido:
«¡Ay de ti, Corozaín, ay de ti, Betsaida! Si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros que en vosotras, hace tiempo que se habrían convertido, cubiertas de sayal y ceniza.
Pues os digo que el día del juicio les será más llevadero a Tiro y a Sidón que a vosotras".
¿Por qué Jesús hace estas recriminaciones a las ciudades? Pero ¿sólo la hace a esas ciudades o es una recriminación para todas las edades? Claro que es una recriminación que llega hasta nuestros días, y debe llegar a nuestros corazones para saber si hemos sido fieles o no a los milagros que Él hizo en nuestras vidas y en nuestro tiempo.
Porque los milagros que Jesús hacía no era para llevarse Él la palma de la gloria, no eran para que la gente lo aplaudiese y así comenzar a ser famoso, sino para que descubrieran en Él al Mesías Salvador, para que pudieran escuchar Su Palabra y así alcanzar la conversión y la Salvación.
Aquellos que tuvieron el corazón abierto y dispuesto para creer pudieron convertirse, seguirlo y salvarse, pero hubo quienes no lo reconocieron, le exigían, cada vez, más milagros, porque no le bastaban los que hacía, porque, en realidad, no querían creer, porque creyendo tenían que convertirse y ese no era el plan que ellos querían para sus vidas.
Pero, también, existe la posibilidad que todo lo que hemos escuchado durante tanto tiempo en las Misas, todas las oraciones que hemos hecho, todas las veces que hemos comulgado con el Señor, todas las veces que nos hemos confesado, y todas las veces que el Señor nos ha demostrado su amor, no hayan servido para convertir nuestro corazón a Su Voluntad, y sigamos siendo los mismos sin haber modificado ni un ápice nuestra vida.
¿Es posible que digamos creer y no vivir lo que creemos? ¿Es posible que no hayamos valorado suficientemente lo que el Señor ha hecho por nosotros y en nosotros y sigamos pidiendo más signos? ¿Es posible que no podamos vivir en la confianza y el abandono porque todavía no queremos dejarnos conducir por Su Voluntad?
Sí, todo es posible, y es posible también que no seamos capaces de ver que, como Tiro y Sidón, no hemos sabido valorar la presencia de Dios en nuestras vidas, ni todo lo que Él ha hecho por nosotros, y, por eso, todavía no querramos convertirnos para ser Fieles a Su Voluntad.
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