"Buscad el bien, no el mal, y viviréis, y así el Señor, Dios del universo, estará con vosotros, como pretendéis.
Odiad el mal y amad el bien, instaurad el derecho en el tribunal.
Tal vez el Señor, Dios del universo, tenga piedad del Resto de José".
Hubo un tiempo donde las advertencias del Señor al Pueblo de Israel eran muy duras, y se veía en ellas palabras de castigo frente a las infidelidades o maldades de la gente. Por eso, a través de los profetas el Señor enviaba mensajes fuertes para hacerles encontrar el verdadero camino de la salvación, del perdón, de la reconciliación. No eran mensajes de autoritarismo por parte del Señor, sino eran mensajes de parte de un Padre que tenía amor por sus hijos, hijos que habían prometido seguirlo y serle fiel en todo momento, para que Él sea su Dios y Señor. Eran palabras fuertes de un Dios que se hacía responsable de haber elegido un Pueblo para que pudiera mostrar a los demás hombres el Camino de la Vida, el camino y la verdad para alcanzar la salvación, para conocer al verdadero Dios.
Por esa razón no permitía el Señor que se desviaran del camino que Él les había indicado y que ellos había aceptado seguir, pero, sobre todo, lo que aborrecía y aborrece es la hipocresía de hacer actos u ofrendas sólo para quedar bien, pues no representan lo que en realidad el Pueblo vive.
Y, lo que es peor, no sólo le pasaba al Pueblo de Israel, sino que nos sigue pasando a nosotros, en estos tiempos, que vivimos haciendo muchos actos religiosos pero nuestros corazones pueden estar lejos de la verdad, de la justicia, del amor, de la fraternidad, porque no aceptamos, muchas veces, la Voluntad de Dios, ni sus mandamientos, sino que vivimos de acuerdo al mal y la mentira que se ha instalado en el mundo.
Hay un dicho que dice: una vela para todos los santos y para el diablo el candelero. Porque dejamos que entren en nuestras vidas, y nos hacemos eco de otros pensamientos formas de obrar que no son cristianas, pero creemos que porque no hacemos mal todo está bien.
"Aunque me presentéis holocaustos y ofrendas, no me complaceré en ellos, ni miraré las ofrendas pacíficas con novillos cebados.
Aparta de mí el estrépito de tus canciones; no quiero escuchar la melodía de tus cítaras".
Dios no quiere una religiosidad vacía de vida, sino que quiere una vida llena de Dios, que nuestra vida sea un reflejo de lo que vivimos, y no que nuestros actos sean sólo religiosos para algunos momentos de nuestras vidas, y luego de eso, no vivimos en Dios, por Dios y para Dios. Y, eso se ve muy bien, en el caso del evangelio de hoy, que cuando Jesús hace un gran bien pero nos quita algo, entonces no vemos lo bueno que hay sino lo que nos quita, y por eso lo expulsamos de nuestras vidas.
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