domingo, 19 de julio de 2020

Sembradores de buena o mala semilla?

"Hermanos:
El Espíritu acude en ayuda de nuestra debilidad, pues nosotros no sabemos pedir como conviene; pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos inefables".
San Pablo conocía muy bien sus debilidades, y no se cansaba de decir que tenía constantes luchas entre el espíritu y la carne, es por eso que, suplicaba a Dios constantemente por la ayuda del Espíritu. Así pudo alcanzar la meta y no perder la fe, porque dejó que el Espíritu vienes en su ayuda y lo djeó actuar en él.
Ahora bien ¿cuáles son nuestras debilidades? Hay muchas, y hay otras que no las reconocemos. Las debilidades de la carne son todas las naturales que tenemos por pertenecer a la raza animal, sí, ya se que suena difícil, pero es así, somos animales-racionales, algunos más que otros pero bueno... no entremos en detalles. Entonces tenemos una serie de instintos básicos como todos los animales: conservación de la especial, supervivencia, hambre, sed, etc... Y, lo que, tamibén nos sucede que, al pertenecer a la Familía de de Adán y Eva hemos heredado el pecado original que habita en nosotros y que, como también dice Pablo: no hacemos el bien que deseamos sino el mal que no queremos. De ahí vienen las divisiones, las discusiones, las maldades y todos esos frutos por un lado de nuestro pecado personal y por otro de la cizaña que nos siembra el maligno en nuestras vidas.
Por eso reconocer nuestro pecado y nuestras debilidades no es malo, es saber que tengo mucho para pedirle al Espíritu Santo y mucho para crecer, como persona y como cristiano. Y ésta es la última cosa que nos tiene que importar más: crecer como cristiano. Es ahí cuando tengo que insistir con el Espíritu, no para que me esuchce, porque siempre está esperando mi oración, sino para que yo lo escuche a Él y sea obediente a sus impulsos, a la Palabra del Padre para nosotros.
Porque si no lo dejemos al Espíritu que obre en nosotros nos transformamos no en sembradores del Reino de Dios, sino en sembradores de cizaña y vamos así dejando semillas de maldad por donde vamos caminando. Que a veces lo hacemos de forma inconsciente... bueno, es casi creíble, pero por eso tenemos que pedir al Espíritu que nos ayude a pensar las coas antes de actuar, antes de decirle, antes de que salgan de mis labios palabras que no ayuden a mi hermano debo morderme la lengua y clamar con fuerza al Espíritu para que no sea sembrador de cizaña. Porque, seamos sinceros, a veces, el diablo no tiene mucho trabajo porque porque ya me encargo yo de hacer sus maldades sin que él me lo pida, porque no he cuidado mis instintos, y sobre todo, no he sabido cuidar mi lengua.

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