"Entonces Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo. Pero él se volvió y, mirando a los discípulos, increpó a Pedro: «¡Ponte detrás de mí, Satanás! ¡Tú piensas como los hombres, no como Dios!».
Antes de que Jesús increpara a Pedro, éste hizo una profesión de fe: “Tú eres el Mesías”, lo que hacía que estuviera bien encaminado acerca de la pregunta de Jesús, y de que había comprendido quién era Jesús. Pero, cuando Jesús les revela el misterio de su Pasión, es ahí cuando Pedro lo increpa a Jesús, y es ahí cuando Pedro “mete la pata”, pues no era eso lo que tendría que haber dicho. Pero, igualmente, como Dios escribe derecho con renglones torcido, la respuesta de Jesús a Pedro nos viene de maravillas a nosotros.
¿Por qué? Porque, muchas veces, en nuestra vida tenemos la misma reacción de Pedro: frente a la cruz que nos pide el Señor vivir, tenemos una respuesta muy humana, muy mundana: ¿por qué a mí? ¡esto no es para mí! Y, aunque, muchas más veces, hayamos dicho que el Señor es mi Señor, y que soy profundamente cristiano, llegan momentos en que no pienso como Dios, sino como hombre, pienso humana y mundanamente, y todo lo que había testimoniado en los momentos de bonanza, se vuelve en contra cuando nos toca vivir una tempestad o una oscuridad.
Es decir, decir que somos cristianos y “cumplir” con momentos cristianos, no nos garantiza que nuestro espíritu esté maduro y fuerte para vivir todo lo que Dios quiera o nos permita vivir, sobre todo, cuando la cruz comienza a aparecer en nuestras vidas, es cuando se nos escapa el espíritu y nos volvemos muy humanos.
Por eso no tenemos que confiarnos mucho en que somos muy cristianos, sino en que vamos fortaleciendo y madurando nuestro espíritu para que siempre intentemos pensar y vivir como Dios, es decir, buscando Su Voluntad y no la nuestra, porque en el camino el Señor puede pedirnos que llevemos su Cruz y, quizás, no estemos tan dispuestos para llevarla.
¿Qué nos enseña Pedro? Que a todos nos gusta vivir y aceptar el Camino de Jesús cuando todo es lindo y bueno, pero cuando Él nos muestra la Cruz de cada día, es ahí cuando no nos gusta tanto, y, por eso mismo, muchas veces, flaqueamos y nos enfadamos con el Señor, porque eso no estaba en el proyecto de nuestras vidas. Todo por olvidarnos que Él mismo nos lo advirtió: “Si alguno quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, tome su cruz y me siga. Porque, quien quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mí y por el Evangelio la salvará”.
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