jueves, 5 de septiembre de 2024

Confía en la Sabiduría

"Porque la sabiduría de este mundo es necedad ante Dios, como está escrito: «Él caza a los sabios en su astucia». Y también: «El Señor penetra los pensamientos de los sabios y conoce que son vanos».
«Maestro, hemos estado bregando toda la noche y no hemos recogido nada; pero, por tu palabra, echaré las redes».
Una frase de San Pablo y otra de San Pedro, los dos desconfiaron de la propia sabiduría y se dejaron guiar por la Sabiduría de Dios, y, por eso, son dos columnas de nuestra Iglesia, de nuestra vida de fe, pero, así y todo, todavía no aprendemos que tenemos que dejarnos guiar por la Sabiduría de Dios que es más sabia que la sabiduría, no de los hombres, sino de la mía que creo que todo lo que pienso es lo que es bueno y sabio sin tener en cuenta que no siempre pienso desde Dios.
"Así, pues, que nadie se gloríe en los hombres, pues todo es vuestro: Pablo, Apolo, Cefas, el mundo, la vida, la muerte, lo presente, lo futuro. Todo es vuestro, vosotros de Cristo, y Cristo de Dios".
Nos ponemos, muchas veces, del lado de nuestros pensamientos o de los del mundo (quizás sin darnos cuenta) pero dejamos de lado lo que Dios nos está mostrando, y, así nos dejamos llevar por pensamientos que no son buenos para nuestra vida de fe, para nuestra vida en santidad.
Creemos, otras veces, que lo que nos está pidiendo Dios es imposible para vivir, que eso que Él me pide no puedo hacerlo o que me quita la libertad o la dignidad, que no me deja ser yo mismo, pero me voy detrás de tantas ideología vanas que hoy están y mañana desaparecen, y, encima, creyendo que soy original me hacen ser copia de otros que no aceptan quien soy si no soy igual que ellos. Sin embargo, la Sabiduría Divina no quiere que yo sea una copia de algo o alguien, sino que quiere que vuelva a tener mi dignidad y belleza original.
A esa belleza y dignidad original, en la iglesia, la llamamos santidad, y, para ello, debemos remar mar adentro de nuestra alma, pues en ese mar tempestuoso es donde está el Señor esperándome para calmar mi ansiedad, esa ansiedad que me presenta el mundo cuando me dice que haga lo que siento, sin embargo el Señor me calma y me hace ver qué es lo que debo ser y cuál es el camino para alcanzar mi plenitud y alegría.
No permitamos que la vana y mentirosa sabiduría del mundo nos quite nuestra belleza original, sino que aceptando el desafío que nos presenta Cristo, dejemos lo que estamos viviendo y dispongamos nuestro corazón para vivir lo que Él nos pide, que aunque "seamos pecadores" Él nos hará santos.

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