domingo, 22 de septiembre de 2024

No es lógica

"Ellos callaban, pues por el camino habían discutido quién era el más importante.
Jesús se sentó, llamó a los Doce y les dijo:
«Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos».

¡Cómo nos cuesta entender que la lógica de Dios no es la lógica de los hombres! Y menos del mundo en el que vivimos.
Hoy en día estamos acostumbrados a que si no tenemos “poder” no somos nadie, y, sin embargo, Dios nos pide que no tengamos poder sino que seamos servidores, que el servicio es el que nos hace grandes en el Reino de Dios.
Sí, seguro que me dirás que tú no quieres tener poder, pero, en realidad, todos tenemos ese apetito que, muchas veces, nos hace estar mal con alguien, incluso de nuestra propia familia.
Claro que Dios no sólo habla del poder de los grandes, de los gobernantes de las naciones, sino del poder que pretendemos tener muchos. Sí, el poder de creer que sólo yo tengo la verdad, el poder de decir que esto es mío y no lo toque nadie, el poder de pasar por encima de alguien, el poder de hacer sentir mal a mi hermano, el poder que querer saber más que los demás… ¡hay tantas clases de apetito de poder! Que sería una infinita lista para que nos examináramos.
Por eso, lo mejor, para nosotros, los hijos de Dios, es examinarnos en el amor. Como dijo San Juan de la Cruz: “en el atardecer de la vida seremos examinados en el amor”, a lo que Santa Teresita de Lisieux transforma: “en el atardecer de la vida me presentaré ante Ti con las manos vacías”. Porque el amor nos lleva a donarnos totalmente a los demás, a buscar siempre el bien y lo mejor para el otro, como lo hizo Jesús que no buscó su propio bien sino que se entregó por amor a nosotros, y lo hizo cuando aún estábamos en pecado.
Y, más aún si tomamos la frase de San Agustín: “Ama y haz lo que quieras, pero primero ama. Si callas, callarás con amor; si gritas, gritarás con amor; si corriges, corregirás con amor; si perdonas, perdonarás con amor. Si tienes el amor arraigado en ti, ninguna otra cosa sino amor serán tus frutos”.
Dejemos que los que viven en el mundo intenten pisotearse entre sí, o, incluso pisotearnos a nosotros los hijos de Dios, pero no hagamos lo mismo que ellos, sino que intentemos, con la Gracia del Espíritu Santo, vivir sirviendo por amor incluso a los que no nos quieren, porque, como dijo Jesús: “si amas a quien te ama ¿qué mérito tienes? ¿No hacen lo mismo los paganos? Por eso yo os digo: amad a vuestros enemigos…” y más todavía.

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