domingo, 23 de junio de 2024

Madurar la fe

Después les dijo: “¿Por qué tienen miedo? ¿Cómo no tienen fe?”
Entonces quedaron atemorizados y se decían unos a otros: “¿Quién es éste, que hasta el viento y el mar le obedecen?”.

El miedo es algo natural y normal en nosotros, es algo instintivo que, aunque tengamos fe, siempre va a estar. Pero eso no significa que lo podamos vencer con el Don de la Fe. Y ahí está la diferencia. Para que podamos vencer el miedo con la fe es necesario que maduremos nuestra fe, pues, si bien es un Don de Dios, es un Don que hay que seguir madurando a lo largo de nuestra vida.
Cuando recibimos el agua bautismal el Espíritu Santo comienza a inhabitar en nosotros y, a partir de ese momento, es cuando debemos comenzar a madurar en la fe. Un proceso de maduración del que se deberían encargar los padres y los padrinos del bautismo, pues han sido ellos quienes han pedido el bautismo para su hijo o ahijado, y, además, se han comprometido, delante de Dios, a educar a ese nuevo hijo de Dios en la fe.
Pero, lamentablemente, casi nunca ocurre que los padres y padrinos eduquen en la fe, pues, quizás, tampoco ellos sepan cómo educar en la fe, o qué cosas enseñarle. No es que no tengan fe, sino que no han sabido madurar el Don recibido, y, por eso, muchas veces, nos quedamos (si tenemos buena memoria) con algunos conceptos aprendidos en la catequesis de comunión, o, si hemos seguido, en la de confirmación. Pasa que esos conceptos aprendidos en la niñez o adolescencia no son “útiles” para la madurez del adulto, pues han sido preparados para una cierta edad.
Y ¿cómo maduro en la fe? Como todo proceso vamos etapa por etapa, lo que sucede es que no hay una catequesis para mayores o para la tercera o cuarta edad. Por eso, con conciencia, busco herramientas para madurar: primero y principal son la oración personal y la misa, pues en el diálogo personal con Dios recibo su Gracia, y en la misa escucho su Palabra y me alimento con la Eucaristía. Después, también hay libros de espiritualidad muy buenos que ayudan a pensar y reflexionar, movimientos y asociaciones que acompañan el crecimiento espiritual y personal que son un camino de santificación.
Muchas veces nos encontramos con cristianos que dicen que han perdido la fe, pero no es cierto, pues el Espíritu Santo no se va de nosotros, sino que no hemos madurado y como no hemos madurado no sabemos qué hacer, y, como los apóstoles hacemos agua por todos lados y parece que nos hundimos en nuestros problemas y pesares, sin embargo Él está ahí, hay que escucharlo.

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