domingo, 30 de junio de 2024

Basta que tengas fe

"Jesús alcanzó a oír lo que hablaban y le dijo al jefe de la sinagoga: «No temas; basta que tengas fe».

Ante los momentos duros de la vida, como las enfermedades graves, siempre recurrimos a la oración, aunque hayamos dudado de Dios o lo hayamos negado o nunca hayamos creído, siempre elevamos nuestra mirada al Cielo para intentar que desde arriba nos llegue la solución, tanto a una enfermedad como a un problema grave de la vida. Eso se llama confianza, confianza en que Dios (o la fuerza o el universo como lo llaman los que nos quieren ponerle el nombre de Dios) lo puede realizar, porque, en el fondo, todos tenemos una necesidad de algo sobrenatural que tiene más fuerza que nosotros mismos para ayudarnos en los momentos más difíciles.
Esto lo hemos escuchado y lo hemos visto, no sólo en el evangelio, sino que en la vida cotidiana hemos sido testigos de algunos milagros, pero que no siempre se cumplen, no siempre Dios lleva a cabo todos los milagros que le pedimos. ¿Eso es porque no tenemos fe suficiente? No. No es porque no tengamos fe suficiente. Es cierto que cuando Jesús hacia los milagros siempre decía, como en este evangelio: “basta con que tengas fe”, pero, en realidad, no resucitó a todos los muertos, no curó a todos los leprosos, no sanó a todos los enfermos y paralíticos. Hizo muchos milagros, pero no sanó a toda la humanidad.
¿No tendría poder para hacerlo? ¿No quiere escuchar a todos los que sufren? Es que no era su misión sanar el mal del mundo, sino redimir el pecado del alma, sanar el pecado del corazón del hombre. Una sanación que nos trajo con su muerte en Cruz y su Resurrección, y que nos regaló en nuestro bautismo por el Espíritu Santo. Y, así la fe no es para que Dios haga lo que yo quiero, sino para que pueda afrontar las piedras del camino con mayor fuerza y esperando que Él nos de la luz y la sabiduría para poder encontrar una solución o para poder seguir adelante a pesar del dolor de la pérdida.
Es cierto, no es fácil comprender o saber el por qué o para qué de ciertas pérdidas en nuestras vidas, pero sabemos que siempre podemos encontrar la paz gracias a la esperanza de la Vida eterna que nos ha regalado el Señor con su resurrección. Es la misma esperanza que debemos tener cuando se nos complican las cosas diarias, levantar la mirada hacia la Cruz y descubrir en el Amor del Señor la paz necesaria para aceptar la Voluntad de Dios y descubrir el Camino de la Luz para salir de la oscuridad y la desesperanza.

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