miércoles, 26 de junio de 2024

A quién escuchas?

«Cuidado con los profetas falsos; se acercan con piel de oveja, pero por dentro son lobos rapaces.
Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se cosechan uvas de las zarzas o higos de los cardos? Así todo árbol sano da frutos buenos; pero el árbol dañado da frutos malos. Un árbol sano no puede dar frutos malos, ni un árbol dañado dar frutos buenos. El árbol que no da fruto bueno se tala y se echa al fuego. Es decir, que por sus frutos los conoceréis".
Depende de qué lado estés de la ideología de turno verás quienes y cuáles son tus profetas verdaderos, y, según tu estilo de vida nos daremos cuenta a qué profeta sigues. En realidad no importa a quién sigues y a quién no, esa es una decisión personal y cada uno puede hace de su capa un sayo (como se dice) Lo importante no es a quién sigues o no, sino qué frutos estás dando con tu vida ¿son buenos frutos o son malos frutos?
Seguramente para muchos los frutos serán la cantidad de personas que siguen a ese profeta o a esa idea o a esa ideología, pero, en realidad la cantidad no es lo que más importa, sino la calidad de la vida que viven los que siguen a tal o a cual, y, sobre todo, la coherencia de esa vida.
En la primera lectura, cuando leyeron ante el rey el libro que habían encontrado, éste dijo:
«Id a consultar al Señor por mí, por el pueblo y por todo Judá, a propósito de las palabras de este libro que ha sido encontrado, porque debe ser grande la ira del Señor encendida contra nosotros, ya que nuestros padres no obedecieron las palabras de este libro haciendo lo que está escrito para nosotros».
Siempre llega un momento donde nos damos cuenta que hemos despreciado un camino, que hemos despreciado unas Palabras, que nos hemos equivocado porque no supimos ver a quién o a qué ideología seguíamos, y llega el momento de cambiar el rumbo.
Hoy, en este siglo, tenemos que mirarnos con sinceridad de corazón y descubrir si estamos siguiendo (hablo para los que seguimos a Cristo) a Cristo verdaderamente o estamos siendo una simple mascarada del cristianismo. Por eso debemos volver a leer el Evangelio y descubrir qué cosas no están siendo bien vividas por nosotros, pues los frutos de nuestra vida cristiana, a veces, no son los frutos del Espíritu: amor, paz, fraternidad, solidaridad, alegría... porque en el caminar de la vida hemos cogido otro sendero y estamos siguiendo a otros profetas que no son los que el Señor nos envía, sino que son los que el mundo quiere que escuchemos.

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