jueves, 13 de junio de 2019

Jesús, Sumo y Eterno Sacerdote

Jesús, Sumo y Eterno Sacerdote, lo es porque Él mismo se ofreció como víctima expiatoria por los pecados del mundo, es el único Mediador entre el Padre y nosotros, que entró de una vez para siempre en el Santuario Eterno. Pero, a la vez que entró en el Santuario Eterno quiso, en la Última Cena no sólo dejar su testamento de amor a los hombres, sino que al instituir la Eucaristía, también instituyó el sacerdocio ministerial, para que varones imperfectos ocupasen su lugar entre los hombres. Así los sacerdotes, in persona christi, ofrecen a los que siguen a Cristo un Pan Vivo y Verdadero, Su Cuerpo y Su Sangre, así como Él lo ofreció a sus discípulos en la Última Cena.
Pero, el sacerdocio de Jesús no sólo quedó en el sacerdocio ministerial, sino que, también, está en cada uno de los bautizados el sacerdocio real de Cristo. Es decir, cada uno al recibir el Espíritu Santo en el bautismo comenzamos a ser mediadores entre Dios y los hombres, y así como Jesús se ofreció como Vícitima Propiciatoria por los pecados del mundo, también los cristianos nos ofrecemos al Padre como ofrenda diaria para la salvación del mundo. Y de este modo ha sido definida la Iglesia de Cristo, en el Concilio Vaticano II, como sacramento de salvación, pues lleva a todos los hombres de todos los tiempos el mensaje de Salvación de Jesús, y, como dice en los Hechos de los Apóstoles: "Dios enviaba a esas comunidades a los que habían de salvarse".
Por eso es tan importante que entendamos que todos formamos parte del Sacerdocio de Cristo, cada uno de acuerdo a la vocación recibida, pero todos somos responsables del testimonio que damos con nuestra vida, porque los hombres conocerán el Camino hacia el Padre viendo nuestras buenas obras. Y la única y esencial forma de manifestar el Camino, es como Jesús nos lo muestra en la Última Cena:
"No solo por ellos ruego, sino también por los que crean en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno, como tú, Padre, en mí, y yo en ti, que ellos también sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado.
Yo le he dado la gloria que tú me diste, para que sean uno, como nosotros somos uno; yo en ellos, y tú en mí, para que sean completamente uno, de modo que el mundo sepa que tú me has enviado y que los has amado a ellos como me has amado a mí."
Una Unidad que no sólo se vive por tener la misma fe, sino que se hace real cuando se tiene un mismo Amor.

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