"El sábado siguiente, casi toda la ciudad acudió a oír la palabra del Señor. Al ver el gentío, los judíos se llenaron de envidia y respondían con blasfemias a las palabras de Pablo.
Entonces Pablo y Bernabé dijeron con toda valentía:
«Teníamos que anunciaros primero a vosotros la palabra de Dios; pero como la rechazáis y no os consideráis dignos de la vida eterna, sabed que nos dedicamos a los gentiles. Así nos lo ha mandado el Señor: "Yo te he puesto como luz de los gentiles, para que lleves la salvación hasta el confín de la tierra"».
Como vemos la envidia por lo que unos hace y obtienen frutos, siempre se ha dado en el mundo, no es algo nuevo. Por eso no tenemos que claudicar en el camino que el Señor nos ha pedido recorrer. Siempre que se haga algo nuevo y guste a la gente, siempre habrá quienes lo miren con malos ojos y comiencen a criticar y a buscar argumentos para contradecir lo que se está haciendo.
"Pero los judíos incitaron a las señoras distinguidas, adoradoras de Dios, y a los principales de la ciudad, provocaron una persecución contra Pablo y Bernabé y los expulsaron de su territorio".
Las envidias y los malos celos en toda labor, ya sea pastoral, social, empresarial, provocan la ira en la gente y siempre se buscan cómplices para poder quitar del medio a quienes nos molestan. Así lo hicieron con Jesús cuando incitaron a la gente a pedir su crucifixión, y así lo siguen haciendo las "malas lenguas" cuando comienzan a sembrar cizaña en medio del campo bien sembrado.
Por eso, siempre tenemos que tener en cuenta a quién escuchamos, qué voz y qué argumentos aceptamos en nuestras vidas y por qué. Porque, muchas veces, nos hacemos ecos de esas voces que hablan desde la envidia, desde los celos, desde el resentimiento o venganza, y así nos hacemos cómplices de la maldad de otros. Y eso por no ponernos a pensar.
Leía algo el otro día que decía: hoy día como nadie quiere pensar ni reflexionar, sólo se dedican a juzgar, pues es más fácil juzgar que pensar si eso está bien o no. Y así, siendo cómplices de las voces de otros, vamos sembrando el resentimiento, la envidia, y hasta el odio hacia los demás.
Por eso, cuando Pablo y Bernabé, sintieron la fuerza del mal sobre ellos "sacudieron el polvo de esa ciudad" y se marcharon a otra que los recibiera con más cariño y devoción, pues tenían que seguir sembrando la buena semilla de la Palabra de Dios. Así hemos de hacer nosotros, cuando alguien quiera que nos hagamos eco de la cizaña, dejemos ese lugar y vayamos a otro, para no hacernos cómplices de ser sembradores de cizaña y no de buena semilla.
sábado, 27 de abril de 2024
Sembradores de cizaña
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