miércoles, 10 de abril de 2024

Que los ángeles te liberen

"En aquellos días, el sumo sacerdote y todos los suyos, que integran la secta de los saduceos, en un arrebato de celo, prendieron a los apóstoles y los metieron en la cárcel pública. Pero, por la noche, el ángel del Señor les abrió las puertas de la cárcel y los sacó fuera, diciéndoles:
- «Marchaos y, cuando lleguéis al templo, explicad al pueblo todas estas palabras de vida».
Hay días y días en nuestras vidas. Días en que estamos muy bien y días en los que parece que estuviéramos encerrados en alguna cárcel interna de la que no podemos salir. Incluso las presiones diarias, los agobios y tantas otras cosas nos encierran en nosotros mismos y no somos capaces de ver por dónde escapar de tanto ruido, de tantas cosas que no nos hacen bien. Pues bien, aquí tenemos la respuesta (que pareciera que no es para nosotros, pero sí): hemos de acudir a nuestros ángeles para que nos ayuden a salir de nuestra cárcel interior para poder seguir viviendo, para poder seguir siendo fieles a lo que el Señor nos pide vivir.
Es extraño que cuando más agobiados estamos o más tristes o cansados es cuando más buscamos situaciones que compliquen la vida. Es que cuando estamos así no vemos con claridad, al encerrarnos en nosotros mismos son los mismos "malos" pensamientos los que nos siguen oprimiendo, los que no nos dejan ver más allá del árbol que me tapa el bosque de la realidad, de la verdad que Dios me está mostrando con tantos ángeles que pone a mi lado.
Los apóstoles no le pidieron al Señor que venga a rescatarlos, pero el Señor se ocupó de sacarlos de la prisión porque los "necesitaba" para seguir transmitiendo su poder y su Palabra. Tú pensarás que no eres tan importante como los apóstoles, pero, en realidad, sí lo eres, porque todos somos importantes para el Señor, para transmitir Su Mensaje, Su Palabra y, por eso, nos necesita libres de nosotros mismos para poder, como decía ayer la lectura, dejarnos llevar por el Espíritu a dónde Él quiera.
Así, pues, deja que los ángeles que Dios te envía te liberen de tí mismo, de tus agobios, de tus malos pensamientos, y así, liviano en el espíritu puedas ser un buen instrumento de la alegría pascual, de la salvación del Señor.

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