domingo, 8 de enero de 2023

Responsabilidad del bautizado

"Apenas se bautizó Jesús, salió del agua; se abrieron los cielos y vio que el Espíritu de Dios bajaba como una paloma y se posaba sobre él. Y vino una luz de los cielos que decía: «Este es mi Hijo amado, en quien me complazco».
La fiesta del Bautismo de Jesús da por finalizado el tiempo de Navidad para comenzar el Tiempo Ordinario de la liturgia católica, pero, también, nos ayuda para comenzar un año nuevo, en el que tenemos de regalo un Don y una Tarea para cada uno de los días.
Un Don, un regalo de parte de Dios: el Espíritu Santo que nos ha sido dado, como a Jesús en el Jordán, en el día de nuestro bautismo. Sí, así como descendió sobre Jesús, así como descendió sobre María el día de la anunciación, así como sobrevolaba el caos antes de la creación del mundo, así el Espíritu Santo sobrevoló sobre nosotros y se quedó en nuestro cuerpo como un templo vivo donde, a partir de que cayera el agua sobre nuestras cabezas, vive. Ese día fuimos configurados con Cristo Resucitado y comenzamos a ser hijos de Dios.
Es un regalo que hoy Dios nos ayuda a renovarlo para comenzar un año que esté lleno de sus Dones para poder ofrecerlo a todos los que lo necesiten.
Y ahí está nuestra tarea: como bautizados somos evangelizadores, es decir apóstoles o enviados por el Padre, como lo hizo con el Hijo, para llevar al mundo la Luz de la FE, la Esperanza y el Amor.
No es una tarea fácil en este mundo en que vivimos, pero no es imposible si nos dejamos conducir por el Padre, pues Él por el Hijo, nos dará su Gracia para fortalecernos, para iluminarnos y orientarnos hacia dónde y cómo ir, qué decir, y cómo contagiar el fuego de los Dones del Espíritu a todo el mundo.
Por mucho tiempo hemos pensado que la tarea de evangelización era para los curas y las monjas, pero Dios nos ha dado esa tarea a todos, y todos somos responsables de llevar a cabo nuestra propia misión, nuestra vocación y nuestra profesión.
Porque, recordemos lo que Jesús nos dijo: vosotros sois la luz del mundo, vosotros sois la sal de la tierra, vosotros sois la levadura de la masa… y todo eso implica un compromiso con nuestra parroquia, con nuestra sociedad, con nuestra familia, con la cual comenzamos a obrar y a mostrar un camino, un sentido, una alegría de vivir el evangelio.
San Pablo le decía a una comunidad y a nosotros: hacedlo a tiempo y a destiempo (pero tampoco canséis demasiado con vuestra chácara, eso lo digo yo). Pidamos al Espíritu que, al renovar nuestro bautismo, renovemos nuestro compromiso con el Evangelio.

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