sábado, 14 de enero de 2023

Cumplir o vivir?

"La palabra de Dios es viva y eficaz, más tajante que espada de doble filo, penetrante hasta el punto donde se dividen alma y espíritu, coyunturas y tuétanos; juzga los deseos e intenciones del corazón".
Aunque sea difícil, pero la Palabra de Dios es el espejo en el que debemos mirar nuestra vida, en el cual deberíamos analiar nuestra forma de vivir y de expresar, porque de nada sirve ser cristiano si no analizamos nuestro vivir con la Palabra de Dios.
Generalmente (porque no muchos lo hacen) hacemos nuestro examen de conciencia con los 10 mandamientos, y algo es algo, pero no es suficiente, porque nos faltaría analizarnos con el mandamiento del amor. Los 10 mandamientos son el mínimo "a cumplir", y el mandamiento del amor va más allá del "cumplir", pues hace referencia al vivir el espíritu de ser hijo de Dios, como vivió Jesús.
Y si queremos ir un poco más allá todavía, es cuando tenemos que reflexionar con la Luz de la Palabra de Dios, pues no siempre, cuando nos analizamos comprendemos cómo y qué tenemos que vivir, porque, lamentablemente, somos hijos del mínimo esfuerzo espiritual, nos contentamos con cumplir, pero no hacemos el esfuerzo de buscar la Voluntad de Dios para vivir como hijos de Dios.
Es por eso que, muchas veces, nos creemos tan justos y tan buenos que nos hacemos jueces y verdugos de los demás, de aquellos que no "cumplen" como nosotros.
Así nos parecemos a los escribas de los fariseos de los que habla el evangelio:
"Los escribas de los fariseos, al ver que comía con pecadores y publicanos, decían a sus discípulos:
«¿Por qué come con publicanos y pecadores?».
Jesús lo oyó y les dijo:
«No necesitan médico los sanos, sino los enfermos. No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores».
Cuando nos juzgamos a nosotros mismos con esa vara con la que juzgamos a los demás, vamos a darnos cuenta cómo nos estamos equivocando, pues, seguramente, no nos gustaría que nos juzguen de la misma manera. Y, por eso, necesitamos ir al Justo Juez a que nos limpie de nuestra soberbia y pecado para poder comenzar vivir la plenitud de la Ley y los profetas, como lo hizo Jesús, y no quedarnos sólo en el cumplir con la letra de la Ley.

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