“Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin vestirte de boda?”.
El otro no abrió la boca.
Entonces el rey dijo a los servidores:
“Atadlo de pies y manos y arrojadlo fuera, a las tinieblas. Allí será el llanto y el rechinar de dientes”.
Porque muchos son los llamados y pocos los escogidos».
¿Por qué pocos son elegidos? Porque no todos los llamados aprecian el valor del llamado, aprecian el valor del Banquete Celestial. Y, escribiendo esto me vino un caso a la cabeza. Hace un tiempo atrás, en algún lugar del mundo, vino una persona, 5 minutos antes de la misa y me dijo: me confiesa rapidito que no es nada...? Y le dije que no. Sí, os sorprenderá esta respuesta, pero el tema es que era una persona que siempre hacía lo mismo: rapidito, rapidito... Como si fuera el trámite del banco, o como si no tuviera más tiempo para venir antes y hacer la confesión como conviene. Lo único que quiere es la absolución, pero no la reconciliación y la confesión. No valora el gran valor de la Confesión Sacramental, y por.. rapidito, rapidito.
Y, a veces, nos pasa lo mismo cuando vamos a misa: que el cura no se alargue mucho... que la misa no sea muy larga, que con 20 minutos está bien y nos sobra... dicen algunos. ¿Valoramos la MIsa? ¿Valoramos o conocemos el valor de cada parte de la MIsa? Incluso no valoramos el llegar temprano a MIsa, estar un momento en silencio antes de comenzar la misa para disponer el corazón. Tampoco llegamos, muchas veces, al acto penitencial.
¡Ah! pero si tenemos que ir al teatro, al cine, o a algún otro lugar, incluso a las ofertas, sí que vamos con timepo para elegir los primeros lugares, no queremos perdernos nada. Pero a la Misa ¿para qué?
Así es como se puede entender la parábola de los invitados al banquete de bodas: los que el Rey quería que fuera no fueron, y cuando salió a invitar a otros que no conocía, hubo uno que no le importó que fuera un banquete y por eso fue como quiso ¡total! si me han invitado que me aguanten como voy. ¡No! Cada lugar y cada situación tiene su forma de estar y su forma de ser.
Por eso el Señor nos dice: "muchos son los llamados pero pocos los elegidos", todo depende de cómo valoro el llamado y de cómo me adapto a la situación.
Él nos ha llamado a todos para seguirlo y para darnos parte en el Banquete Celestial, pero no todos hemos respondido con generosidad a ese llamado, ni todos queremos vestir el vestido de la santidad para gozar, cada día, de las delicias del Banquete Celestial.
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