domingo, 2 de agosto de 2020

Con un poco hace mucho

"Como se hizo tarde, se acercaron los discípulos a decirle:
«Estamos en despoblado y es muy tarde, despide a la multitud para que vayan a las aldeas y se compren comida».
Muchas veces nos presentamos ante el Señor o ante nuestros padres (o ante quien sea) sólo para presentarle el problema que nos ha surgido. Nos hemos malacostumbrado a no saber resolver problemas, o, mejor dicho, a que otros nos resuelvan los problemas.
Bueno, en realidad, quizás la generación de nuestros mayores están acostumbrados a arreglárselas solos, porque así crecieron, pero los que somos más jóvenes, quizás, estamos acostumbrados a que nuestros mayores nos "saquen las papas del fuego", porque así nos han acostumbrado, y, qué más quiere el gorrino que le den de comer.
Pero eso también les pasó a los apóstoles, vieron que llegaba la noche, y no tuvieron mejor idea que plantearle el problema a Jesús. Era Jesús quien tenía que resolver el problema, sin embargo Él le replicó:
«No hace falta que vayan, dadles vosotros de comer».
Seguramente Jesús sabía lo que iba a hacer y cómo lo haría, pero no quería que fuer Él quien tuviera que dar la respuesta al problema, sino que ellos pensaran un poco más para ver qué podían hacer con el problema, porque, en algunos momentos, la solución la tenemos en nuestras manos, pero como no nos ponemos a pensar no la encontramos.
En otros momentos Jesús sabe que la solución no está en nuestras manos, pero por lo menos quiere que intentemos dar una respuesta a nuestros problemas, que haya una disposición a ofrecer alguna solución o a saber esperar por una solución.
Por eso, ante la réplica de Jesus ellos contestaron:
«Si aquí no tenemos más que cinco panes y dos peces».
Veis, ya hay algo con lo que se puede hacer algo. No es que no tuvieran nada con lo que poder hacer frente al problema, había algo. Ese poco en manos de Dios puede ser mucho, y desde ahí se comienza a construir algo muy grande.
Lo mismo pasa con nuestra vida: el Señor no nos quiere perfectos de entrada, pues sabe que nuestra perfección viene de su Gracia, conoce nuestras debilidades e imperfecciones, sabe de los errores que cometemos y de los que vamos a cometer, pero sabe, también, que Él ha puesto muchos dones y talentos en nuestras vidas como para que podamos, si pensamos, y los ponemos en sus Manos, que pueden salir grandes cosas:
"porque Él ha mirado la humiladad de su esclava", "porque el Todopoderoso ha hecho en mí grandes cosas". ¿Nos suenan esas palabras?
María sabía y conocía su pequeñez, y aún así, se hizo más pequeña, se hizo esclava de la Voluntada de Dios, y Dios, con su pequeñez hizo grandes obras, pero para hacerlo necesito la disponibilidad absoluta de María. Y eso mismo quiere de nosotros, que estemos totalmente disponibles para que Él pueda hacer grandes cosas con nuestras vidas.

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