"Así hacia Elcaná año tras año, cada vez que subía a la casa del Señor; y así Feniná la molestaba del mismo modo. Por tal motivo, ella lloraba y no quería comer.
Su marido Elcaná le preguntaba:
«¿Ana, por qué lloras y por qué no comes? ¿Por qué está apenado tu corazón? ¿Acaso no soy para ti mejor que diez hijos?».
Hay dos cosas que me han llamado la atención de este comienzo del Libro de Samuel.
Por un lado, si lo leis bien, vemos el caso que hoy llamamos bullyng (o como quiera que se escriba) es decir el acoso de una mujer a otra, que no es ningún acoso de niños o adolescentes o jóvenes, sino que es un acoso que brota de la envidia, de los celos, de la maldad que hay en el corazón del hombre. Un acoso que no surge sólo en estos tiempos, sino que viene del pecado original que habita en el hombre y que nos lleva, si no lo controlamos, a ser personas que les gusta herir a los demás por el sólo hecho de herir.
Y este acoso, lo vemos, muchas veces, entre nosotros mismos y lo dejamos pasar. Sí, entre nuestras comunidades y familias, vemos cómo alguien se ríe o mofa de alguien y lo hace constantemente, cómo alguien insulta o calumnia a otro y lo dejamos pasar, cómo alguien habla mal de otro constantemente y lo dejamos pasar... Como veis no sólo es el pecado del acosador, sino también el pecado de omisión de aquellos que dejan que el acosador siga haciéndolo y no lo frenan de ninguna manera, por lo tanto me hago cómplice del daño que él o ella están causando a la otra persona.
Y, por otro lado, un tema que, también, es difícil de plantear es lo que le dice Elcaná a su esposa que estaba dolorida por un lado por el acoso de la otra mujer, y por otro porque era estéril y no podía tener hijos. Elcaná le dice: "¿Por qué está apenado tu corazón? ¿Acaso no soy para ti mejor que diez hijos?"
Y esta frase nos da para dos pensamientos: Por un lado ayudar a la persona a salir de ese dolor, hacerla sentir bien, que es lo que no siempre hacemos. Buscar cómo ayudarla para que se sienta mejor, haciéndole ver que hay más cosas en su vida que pueden hacerle bien, que el daño que le quieren hacer no es tanto si lo dejamos pasar y descubrimos que en nuestra vida hay más cosas, y hay más personas que nos quieren. Y, por otro lado, que ya lo he dicho: no quedarnos con lo que no tenemos sino mirar lo que tenemos. A veces lloramos demasiado por lo que hemos perdido, y no nos damos cuenta que, de ese modo, estamos perdiendo, también, lo que tenemos porque no le estamos dedicando más tiempo. Y, por llorar una pérdida, perdemos lo que está a nuestro lado.
lunes, 8 de enero de 2024
Elcaná y Ana
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