Hoy hay dos cosas que me gustaría que nos quedaran de las lecturas, o por lo menos a mí.
La primera del libro de Samuel, lo que Dios le dijo:
"Pero el Señor dijo a Samuel:
«No te fijes en las apariencias ni en lo elevado de su estatura porque lo he descartado. No se trata de lo que vea el hombre. Pues el hombre mira a los ojos, mas el Señor mira el corazón».
Porque siempre es necesario recordarlo, pero no para que lo podamos hacer, porque, claro, no tenemos la visión de rayos X de Dios y no llegamos a mirar el corazón del hombre, pero tampoco hemos de quedarnos en las apariencias, aunque las apariencias, muchas veces, nos dan una pista de cómo es la persona. Pero no digo sólo la apariencia de cómo viste o camina, sino la apariencia en el hablar, en cómo se dirige a los demás, porque, muchas veces, nos encontramos con grandes actores que tienen un máster en hipocresía y pasan como los mejores, pero llevan una serpiente por corazón.
Claro que es difícil ser justo en nuestros juicios, pero, sobre todo no tenemos que ser prejuiciosos, sino saber esperar para conocer el otro, pues las primeras impresiones (aunque, a veces, no fallan) nos pueden engañar.
Y por otro lado, la afirmación que hace Jesús frente a los fariseos, y que sirve para muchas cosas y momentos:
«El sábado se hizo para el hombre y no el hombre para el sábado; así que el Hijo del hombre es señor también del sábado».
¿Por qué digo que sirve para muchas cosas? Porque todo lo que se escribe, se legisla, etc. está hecho para servir al hombre.
Por ejemplo, muchas veces vemos cómo algunos exigen ciertas cosas o ciertas leyes, ya sean civiles, morales, litúrgicas, y dejan de lado la vivencia del espíritu de esa norma o de esa ley. Nos ponemos en rigoristas de algo cuando no podemos entender o comprender el por qué de tal ley o norma, o de tal situación.
Como no llegamos al corazón de las cosas entonces nos ponemos en hacer ver el error desde el rigor de la letra, y no llegamos al espíritu ni de la norma, ni al corazón de la persona que lo está haciendo o viviendo.
Y así nos pasa con todo cuando no hemos madurado en el espíritu, cuando no hemos profundizado en lo que hemos de vivir, y, sobre todo, cuando no hemos profundizado en el espíritu de aceptar el error del otro, o de ayudar al otro a poder entender o aprender las cosas para vivirla mejor.
martes, 16 de enero de 2024
Dos cosillas
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