"En aquel tiempo, levantando los ojos al cielo, oró, Jesús diciendo:
«No solo por ellos ruego, sino también por los que crean en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno, como tú, Padre, en mí, y yo en ti, que ellos también lo sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado".
Que sean uno, es el único deseo de Jesús para nosotros, los que hemos aceptado su invitación a seguirle, los que hemos aceptado vivir una Vida Nueva desde el Espíritu y con el Espíritu. No es en verdad ninguna tontería lo que Él desea y al desearlo nos lo pide: que sean uno, como tú, Padre, en mí, y yo en tí.
Creo que no hay deseo más grande, más hermoso, pero, también, más complicado para estos cristianos que todavía no hemos podido desprendernos de nuestro egoísmo, de nuestra vanidad, de nuestros rencores, de nuestro pecado de autosuficiencia. Porque, en realidad, ser UNO para nosotros es algo difícil pues no hemos aprendido a renunciar a nosotros mismos para poder aceptar, en verdad, a mi hermano con sus diferencias, con sus errores, con sus defectos, con su pecado.
"Yo les he dado la gloria que tú me diste, para que sean uno, como nosotros somos uno; yo en ellos, y tú en mí, para que sean completamente uno, de modo que el mundo sepa que tú me has enviado y que los has amado a ellos como me has amado a mí".
Y es que nos falta lo más importante para crecer en unidad, pues la unidad que Jesús nos pide vivir no nace de lo intelectual, de aceptar las verdades de fe, o los misterios de la fe, sino que nace del amor. La unidad nace de aprender a amar, y de saber que el amar que Jesús nos ha enseñado no es una amar sensible, sino un amar efectivo y activo, pues se ama no sólo a los que me aman sino a los que no me aman: "si amais a quienes os aman ¿qué mérito tenéis? eso también lo hacen los paganos, por eso yo os digo..." ¿Os acordáis?
"Padre justo, si el mundo no te ha conocido, yo te he conocido, y estos han conocido que tú me enviaste. Les he dado a conocer y les daré a conocer tu nombre, para que el amor que me tenías esté en ellos, y yo en ellos».
Él nos ha dado todo, no se ha quedado nada para sí mismo, pues hasta a su propia Madre nos la entregó como Madre nuestra desde la Cruz.¿Hace falta más prueba de amor verdadero? Y así nos enseñó cómo debemos amar, como debemos amarnos entre nosotros: no sólo desde el llano de la simpleza de la vida, sino en lo complicado que tiene la vida, desde la cruz, desde el dolor de amar a quienes no quiero o a quienes más me cuesta aceptar en mi vida, e, incluso, amar todo lo que el Padre quiere y me permite vivir: desde Nazaret hasta el Getsemaní, para poder llegar a la resurrección.
Sí, ya estamos pensando que eso es imposible. Sí, es imposible para el hombre, no lo es para Dios, porque para Dios todo es posible. Y, por eso mismo, nuestra relación tiene que ser, cada día, más profunda, más sólida, más abierta al Espíritu Santo y a sus Dones para que pueda llegar a vivir todo lo que el Padre quiere y así, con su Amor, poder vivir la Unidad en el Amor que desea y nos pide Jesús.
jueves, 25 de mayo de 2023
Ser UNO en el Amor
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.