"En aquellos días, María se levantó y se puso en camino de prisa hacia la montaña, a una ciudad de Judá..."
En aquellos días, se refiere a los días en que el Ángel le hizo el anuncio de la encarnación del Hijo de Dios en su seno, por eso nos remite a la disponibilidad de María, no sólo para hacer la Voluntad de Dios (He aquí la esclava del Señor), sino, además, la prontitud para salir de prisa a ayudar a quien la necesitaba. No esperó María una llamado de Isabel, sino que al enterarse de su embarazo y saber que era una mujer mayor (y, como se dice ahora: un embarazo de riesgo) para ir a su encuentro y estar ayudándola en lo que necesitara.
La disponibilidad y la prontitud en María es una realidad que nos hace pensar en nuestra disponibilidad y prontitud para, como Ella, vivir la Voluntad de Dios y el servicio a nuestros hermanos. Pero ¿por qué es tan disponible y pronta María? Porque no hay en Ella algo que la ate a sí misma, tiene el corazón libre para escuchar a Dios y libre para servir a los hermanos. Es algo que nos pide el Señor al invitarnos a seguirlo: niéguese a sí mismo. Ahí tenemos la respuesta y el programa de nuestra vida para alcanzar, como María, la plena felicidad: "Te llamarán feliz por haber creído".
Cuando nuestro corazón, nuestra alma, está libre de nosotros mismos dejamos lugar para el Espíritu de Dios, o mejor dicho, dejamos libre al Espíritu para que nos ayude a entender lo que Dios quiere, y, sobre todo, para escuchar las necesidades de nuestros hermanos.
Pero si todo el día estamos pensando en nosotros mismos, en nuestros planes, en lo que nos gusta, en lo que no, en que si este es así, y el otro es asá, nunca podremos escuchar con libertad y corazón disponible lo que Dios y los hermanos están necesitando de mí.
Y es así como podremos alcanzar las premisas de las que nos habla San Pablo en la carta a los Romanos, que me parece tan buenos propósitos que los copiaré a todos para que los recordemos e intentemos llevarlos a cabo:
1. que vuestro amor no sea fingido; aborreciendo lo malo, apegaos a lo bueno.
2. Amaos cordialmente unos a otros; que cada cual estime a los otros más que a sí mismo; en la actividad, no seáis negligentes; en el espíritu, manteneos fervorosos, sirviendo constantemente al Señor.
3. Que la esperanza os tenga alegres; manteneos firmes en la tribulación, sed asiduos en la oración; compartid las necesidades de los santos; practicad la hospitalidad.
4. Bendecid a los que os persiguen; bendecid, sí, no maldigáis.
5. Alegraos con los que están alegres; llorad con los que lloran.
6. Tened la misma consideración y trato unos con otros, sin pretensiones de grandeza, sino poniéndoos al nivel de la gente humilde.
miércoles, 31 de mayo de 2023
Disponibilidad y prontitud
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