Felipe le dice: «Señor, muéstranos al Padre y nos basta».
Jesús le replica: «Hace tanto que estoy con vosotros, ¿y no me conoces, Felipe? Quien me ha visto a mí ha visto al Padre. ¿Cómo dices tú: “Muéstranos al Padre”?
Creo que, si juntamos esta frase de Felipe y la de Tomás, podemos acercarnos a lo que alguna vez nos ha surgido a nosotros en el corazón: queremos ver al Padre, necesitamos un gesto, un signo, un milagro de parte de Dios para seguir creyendo o para renovar nuestra fe.
Las dudas de fe son parte de nuestra vida de fe, porque si no fuera así no tendríamos nunca dudas o veríamos todo tal cual es, pero mientras estemos aquí, peregrinando en este mundo, no veremos las cosas tal cuales son, sino que, como dice san Pablo: “ahora vemos como en un espejo (aclaración: los espejos de esa época no eran tal nítidos como los de ahora), confusamente; entonces veremos cara a cara. Mi conocer es ahora limitado; entonces conoceré como he sido conocido por Dios”.
Es por eso por lo que, a pesar de las oscuridades de la fe, seguimos creyendo y madurando en los misterios que nos da vida, porque sabemos en Quien hemos puesto nuestra esperanza y en Quien confiamos, y que Su Palabra es Verdad y Vida.
Así pues, debemos buscar y mantener una constante relación con el Espíritu Santo que es quien puede darnos a conocer el misterio de Dios, y ayudarnos a profundizar en Él, no para alcanzar una sabiduría humana, sino para alcanzar la sabiduría de Dios: “sabiduría, sí, hablamos entre los perfectos; pero una sabiduría que no es de este mundo ni de los príncipes de este mundo, condenados a perecer, sino que enseñamos una sabiduría divina, misteriosa, escondida, predestinada por Dios antes de los siglos para nuestra gloria. Ninguno de los príncipes de este mundo la ha conocido, pues, si la hubiesen conocido, nunca hubieran crucificado al Señor de la gloria. Sino que, como está escrito: Ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni el hombre puede pensar lo que Dios ha preparado para los que lo aman. Y Dios nos lo ha revelado por el Espíritu; pues el Espíritu lo sondea todo, incluso lo profundo de Dios”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.