Dice el Salmo:
Tú no quieres sacrificios ni ofrendas,
y, en cambio, me abriste el oído;
no pides sacrificio expiatorio,
entonces yo digo: «Aquí estoy».
« – Como está escrito en mi libro –
para hacer tu voluntad.
Dios mío, lo quiero, y llevo tu ley en las entrañas.
"No pides sacrificio expiatorio, entonces yo digo: Aquí estoy para hacer tu voluntad".
Una hermosa frase, pero difícil en su contenido y más difícil en su aplicación en la vida cotidiana. ¿Por qué hacer la Voluntad de Dios? ¿Por qué no hacer mi voluntad? Y nos tendríamos que preguntar: ¿por qué un niño debe hacer lo que su padre le pide? ¿por qué un hijo pequeño tiene que obedecer a sus padres? Podremos responder fácilmente a estas preguntas si descubrimos que cada uno tiene funciones diferentes y aunque muchas veces no comprendamos hemos de actuar de acuerdo a lo que somos.
Los cristianos rezamos cada día (generalmente) y decimos: Padre Nuestro ¿pero realmente lo consideramos a Dios un Padre? Es decir, cuando llamamos a Dios Padre ¿nos consideramos nosotros hijos?
También rezamos: Creo en Dios Padre todopoderoso, creador del Cielo y la Tierra... ¿Nos damos cuenta que somos nosotros creados por Él que es nuestro Padre? ¿Descubrimos que ese Padre es Todopoderoso? O, por lo contrario, nos asociamos con el pensar del mundo y creemos que los verdaderos creadores somos nosotros? y por eso nos otorgamos el título de dioses.
Pero, lamentablemente siempre llega un día en que aunque hayamos escalado a lo más alto de nuestra humanidad, y hayamos gastado todo nuestro orgullo y vanidad, volvemos como niños pequeños al regazo del padre o de la madre para pedir consuelo, fortaleza, explicación pues no podemos, no encontramos, no sentimos...
Por eso cuando creemos que sólo con simples, pequeñas o grandes ofrendas, podemos llegar a satisfacer nuestros vacíos de fe, realmente nos estamos engañando pues todo eso es externo. Es como tener un empleado que haga las dietas que yo no puedo hacer: él adelgazará, pero y seguiré engordando; o quizás, como el cuadro de Dorian Grey. Pero eso sólo pasa en la ficción.
Por eso el Padre no quiere que hagamos nada que sea extraño a nosotros mismos, sino que quiere que lo que le ofrezcamos a Él sea nuestra propia vida, pues Él sabe cómo hacer que nuestra vida alcance aquello que aspira y que necesita, no sin nuestra disposición de corazón a entregarle todo, pero tampoco sin toda su Gracia que es lo que nos lleva a alcanzar la meta sin perder la fe.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.