Hay tres palabras que representan manera de vivir en el hombre, que, lentamente, se van perdiendo en nuestras sociedades: por favor, perdón y gracias. Así como también los buenos modales que, en mi época, nos lo ensañaban en la escuela primera (además de que nos lo enseñaban nuestros padres): ceder el asiento en el bus, dejar pasar a los mayores, y tantos otros más. Las normas de convivencia y de respeto hacia los demás, así como quieres que te respeten a tí deberás respetar a los otros.
Hoy en el Antiguo Testamento, en el Libro de los Reyes, vemos la actitud agradecida de Naamán, el sirio, frente a Eliseo quien, por la Gracia de Dios, lo había sanado de su lepra. Naamán no sabía como agradecerle el milagro, pero Eliseo no quería recibir pago alguno por tal situación. Por eso, para estar mejor agradecido Naamán decidió llevarse tierra de Israel y comenzar a adorar al Dios de Israel.
En el Evangelio vemos una situación parecida: fueron 10 los hombres con lepra que le pidieron a Jesús que los sanase, 9 eran judíos y 1 era samaritano. Claro que los 10 se sanaron, pero sólo uno, el samaritano, volvió a alabar a Dios y a dar Gracias por el milagro realizado.
Fijaos que las lecturas nos presentan a dos personas que no profesaban la misma devoción de quién los curó, sino que eran extranjeros. En cambio los que eran de la misma religión y pueblo no fueron agradecidos con Dios.
Es que muchas veces nos acostumbramos a que nos tengan que hacer favores, o, mejor dicho, en estos tiempos siempre exigimos que nos hagan favores, que creemos que no son favores, sino que son nuestros derechos, que los demás deben hacer lo que nosotros necesitamos. En el siglo de los derechos siempre exigimos que los demás hagan lo que yo quiero, pero nunca me siento "obligado" a pedir algo "por favor", o a dar "las gracias" porque alguien hizo algo por mí.
En realidad, somos muy desagradecidos con quienes compartimos la vida diaria; en nuestra familia, en el trabajo, entre los amigos. Porque tenemos el corazón tan lleno de nosotros mismos que no nos damos cuenta que quienes están a mi lado no tiene la "obligación" de hacer nada por mí, pero más de uno y de dos siempre están dando todo por mí.
Y "nuestro Padre que ve en lo secreto" sabrá recompensar el corazón verdaderamente agradecido, porque los corazones humilde que saben pedir por favor y saben agradecer son los que llegan al corazón del Padre, y Él sabe recompensar a quienes más saben amar y mostrar su amor a todos los que Él ama.
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