Le dice San Pablo a los Gálatas:
"Me maravilla que hayáis abandonado tan pronto al que os llamó por la gracia de Cristo, y os hayáis pasado a otro evangelio. No es que haya otro evangelio; lo que pasa es que algunos os están turbando y quieren deformar el Evangelio de Cristo".
Y, sin quererlo, también, nos lo dice a nosotros. Claro que tampoco hemos escrito un nuevo Evangelio, no hemos comprado ni leído una Biblia de otra religión, pero sí hemos ido incorporando cosas nuevas a lo que creemos o a lo que decimos creer. Se podría decir que al Evangelio de Cristo le hemos incorporado el Evangelio del mundo, pues en muchos casos tiene más peso en nuestra vida cristiana lo que se vive en el mundo que lo que dice el Señor en Su Palabra. Pero no lo vivimos con culpa, sino que lo vivimos como si realmente fuera parte de la vida cristiana, con el famoso título de "si todos lo hace y a mí me hace bien ¿qué problema hay?".
Y sigue diciendo Pablo:
"Si alguien os anuncia un evangelio diferente del que recibisteis, ¡sea anatema! Cuando digo esto, ¿busco la aprobación de los hombres, o la de Dios?; ¿o trato de agradar a los hombres? Si siguiera todavía agradando a los hombres, no sería siervo de Cristo".
No es que no se tenga en cuenta, cuando se habla de radicalidad en la vivencia del Evangelio, el hecho que por debilidad tropecemos y caigamos, pero lo tenemos que tener como algo que es erróneo en nuestra vida vivir de tal o cual modo. Que no es lo que leo en la Palabra de Dios, y que Dios me está mostrando que ese no es mi camino. Y ¿cómo se que no es mi Camino? Porque, primero, busco recorrer un camino que no lo logro encauzar nunca, busco por aquí y por allá y no encuentro solución. Segundo, quizás, no tengo la paz que busco, ni la felicidad que deseo, sino que sigo aceptando todo lo que veo, y no quedo satisfecho con lo que estoy haciendo o viviendo. Y, tercero, aunque es lo primordial, lo que estoy queriendo vivir, en las Sagradas Escrituras, está escrito que no es el estilo de vida que Dios quiere para sus hijos.
Esto último, aunque es lo tercero que escribo, tiene que ser lo primero que miro cuando quiero tomar una decisión pues al decirme cristiano, lo primero es saber qué es lo que Mi Padre quiere que viva, o cómo Él me está indicando el Camino a vivir.
Por eso, porque el Camino de Cristo no es totalmente el que quiero vivir, es decir, quiero disfrutar de los derechos que Cristo me brinda con su vida, pero no quiero aceptar los consejos y obligaciones que Él me pide vivir, entonces a Su Evangelio le agrego las cosas del mundo, y así vamos "armando" otro evangelio paralelo y me conformo diciendo que estoy dentro de Su Camino, sabiendo en conciencia que no es así.
Por que, en definitiva, lo que no entendemos o no queremos creer es este final de San Pablo:
"Os hago saber, hermanos, que el Evangelio anunciado por mí no es de origen humano; pues yo no lo he recibido ni aprendido de ningún hombre, sino por revelación de Jesucristo".
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