miércoles, 3 de julio de 2024

Madurar el buen combate

"Luego dijo a Tomás: «Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente».
Contestó Tomás: «¡Señor mío y Dios mío!».
Jesús le dijo: «¿Porque me has visto has creído? Dichosos los que crean sin haber visto».
Una bienaventuranza dedicada a nosotros, los que sin haber visto hemos creído, e, intentamos, seguir creyendo, como dice San Pablo: combatiendo el buen combate de la fe.
Pero... (siempre hay un pero en toda cuestión) ¿soy dichoso porque creo? ¿La Fe es un don que me alegra la vida? ¿La Fe es algo valioso para mí y por eso necesito conservarla y luchar por ella?
A veces, creo, y perdonarme si no es así, creo que no valoramos suficientemente el Don de la Fe, pues nos hemos acostumbrado a vivir siendo cristianos. No nos damos cuenta de lo que significa, en nuestra vida, tener Fe o no tenerla.
Tampoco es que tengamos que tener una medida para saber cuánta Fe tenemos o dejamos de tener, pues la Fe no es algo que podamos medir o cuantificar, sino que es un Don del Cielo que llega de parte de Dios para todos los que abren su corazón a Él, y, por eso, como todo Don de Dios no tiene medida, se "adapta" al recipiente, es decir, se adapta a nosotros.
Y ¿qué quiere decir que se adapta a nosotros? Si valoramos tener Fe vamos a seguir cultivándola: con la oración, la reflexión de la Palabra, lecturas espirituales, la recepción de los sacramentos (eucaristía y confesión). Vamos a aprovechar los tiempos de silencio para entrar en diálogo con el Padre para que me siga iluminando con Su Espíritu y pueda discernir y hacer Su Voluntad.
Pero, si no valoro el tener Fe, y tener Fe es algo habitual u ordinario en mi vida, me va a dar lo mismo cultivarla o no cultivarla.
Y, por otro lado, también está el cómo valoro la Fe. Sí, pues para muchos tener Fe es: tener salud, suerte, protección, que no me pase nada, etc. Y no, la Fe, no es un seguro contra los accidentes de la vida, y, por eso, muchos dicen que han dejado de creer porque en cuanto han tenido un accidente o un dolor o una pérdida, entonces la Compañía aseguradora Dios-Cristo no ha servido. Y, para colmo de males, he rezado y no me ha respondido.
Todo depende de cómo valoro y maduro mi vida de Fe, y si busco ayuda para llegar a comprender y vivir lo que va pasando en mi vida para poder seguir creyendo y combatiendo el buen combate.

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