"Reconocemos, Señor, nuestra impiedad, la culpa de nuestros padres, porque pecamos contra ti.
No nos rechaces, por tu nombre, no desprestigies tu trono glorioso; recuerda y no rompas tu alianza con nosotros".
¿Cuál es el peor pecado? Decía san Agustín, que el peor pecado es no reconocerse pecador. Y eso nos pasa muchas veces: no reconocer cuando nos hemos equivocado, cuando nuestro pensar no es el pensar de Dios, cuando nos paramos sobre nuestro orgullo, vanidad o soberbia y no nos damos cuenta, cuando pensamos que la gente tiene que soportar nuestras palabras o nuestros insultos porque mi genio es así, cuando... hay tantos ejemplos que no me alcanzaría el día para poder escribirlos.
Pero, sobre todo, es la ingenuidad con la que nos examinamos en conciencia, y, más que nada, la soberbia con la que creemos que, siempre, nuestros juicios y condenas son justas y somos los únicos que vemos la verdad.
"El que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre; el campo es el mundo; la buena semilla son los ciudadanos del reino; la cizaña son los partidarios del Maligno; el enemigo que la siembra es el diablo; la cosecha es el fin del tiempo, y los segadores los ángeles".
Y, seguramente, creemos que la Palabra de Dios ha dado fruto en nuestro corazón, pero, si miramos y observamos bien, vamos a darnos cuenta que los frutos no son los que Dios quiere, que mi acciones y palabras no son las que el Espíritu Santo ha suscitado en mí.
Por eso, pregúntate en la oración si realmente estás dejando que la Palabra de Dios llegue a tu corazón, pues es ahí donde tiene que echar raíces, porque, intelectualmente hasta Satanás conoce mejor la Palabra de Dios, pero no la utiliza para el bien sino para el mal. Y, muchas veces, nos dejamos engañar por sus inspiraciones y en lugar de sembrar el bien, la paz, el amor, la fraternidad, sembramos todo lo contrario.
Para ello ten en cuenta cuáles son los frutos que el Espíritu Santo quiere hacer nacer en nosotros, y si, no son alguno de ellos es porque no estás en sintonía con Él, y san Pablo lo define muy bien: "el fruto del Espíritu es: amor, alegría, paz, paciencia, afabilidad, bondad, lealtad, modestia, dominio de sí. Contra estas cosas no hay ley. Y los que son de Cristo Jesús han crucificado la carne con las pasiones y los deseos. Si vivimos por el Espíritu, marchemos tras el Espíritu. No seamos vanidosos, provocándonos unos a otros, envidiándonos unos a otros".
martes, 30 de julio de 2024
El peor pecado
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