"A estos doce los envió Jesús con estas instrucciones:
«No vayáis a tierra de paganos ni entréis en las ciudades de Samaria, sino id a las ovejas descarriadas de Israel.
Id y proclamad que ha llegado el reino de los cielos».
La misión de los Doce es la misma misión que, hoy por hoy, nos toca a nosotros realizar porque no es una misión que tiene un final, o, mejor dicho, el final de la misión será cuando el Reino de Dios esté implantado en la tierra. Mientras eso no suceda nos toca a nosotros ser apóstoles del Reino de los Cielos.
Y ¿cómo es el Reino de los Cielos? Es un Reino de personas que se aman, pues es el único mandamiento que nos dejó Jesús y lo único que nos pidió que viviéramos.
"En esto conocerán que sois mis discípulos: en la medida en que os améis unos a otros". ¿Cuál es la medida del amor? "Amaos unos a otros como yo os he amado". Y ¿cómo vivimos esa realidad del Reino de los Cielos? No sólo pidiéndole a Dios que venga a nosotros, sino trabajando sobre nosotros mismos y dando ejemplo a los demás de lo que vivimos: "venga a nosotros Tu Reino, hágase Tu Voluntad en la tierra como en el Cielo".
Trabajando sobre nosotros mismos porque no siempre nos acordamos que quienes tienen que vivir el Amor, primeramente, somos nosotros. No debemos esperar que los demás vivan lo que nosotros no llegamos a vivir. Porque si no vivimos lo esencial de nuestra vida cristiana ¿cómo podemos llegar a ser discípulos de Cristo?
Seguramente que en muchos casos no será simple amar como Cristo nos amó, pero no es imposible si vivimos en Dios, si mantenemos nuestra relación tan estrecha con el Señor para poder recibir Su Gracia. Y, fundamentalmente, si tenemos la intención de vivirlo como el Señor nos lo pidió. Porque no nos dijo que amáramos a los que nos aman, sino a los que nos cuenta amar, porque "habéis oído que se dijo: “‘Amarás a tu prójimo’ y aborrecerás a tu enemigo”. Pero yo os digo: amad a vuestros enemigos y rezad por los que os persiguen, para que seáis hijos de vuestro Padre celestial, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia a justos e injustos. Porque, si amáis a los que os aman, ¿qué premio tendréis? ¿No hacen lo mismo también los publicanos? Y, si saludáis solo a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de extraordinario? ¿No hacen lo mismo también los gentiles? Por tanto, sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto".
Intentando, cada día, alcanzar la perfección del amor es como seremos misioneros del Reino de los Cielos, porque en la medida en que trabajemos para hacer de nuestra familia, nuestra comunidad un reino de personas que se aman, en esa misma medida Dios enviará a los que deben salvarse a encontrar el sentido del amor entre nosotros.
miércoles, 10 de julio de 2024
Apóstoles del Reino de Dios
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.