Carta de Santa Teresa de los Andes a su amiga Inés Salas Pereira escribe en agosto de 1919 sobre su vida en el claustro del Carmelo.
Cuán bien experimento que Él es el único Bien que nos puede satisfacer, el único ideal que nos puede enamorar enteramente. Lo encuentro todo en El. Me gozo hasta lo íntimo de verlo tan hermoso, de sentirme siempre unida a Él, ya que Dios es inmenso y está en todas partes. Nadie puede separarme. Su esencia divina es mi vida. Dios en cada momento me sostiene, me alimenta. Todo cuanto veo me habla de su poderío infinito y de su amor. Uniéndome a su Ser Divino me santifico, me perfecciono, me divinizo. Por fin, te diré que es inmutable, que no cambia y que su amor para mí es infinito... amor eterno, incomprensible, que lo hizo humanarse, que lo hizo convertirse en pan por estarse junto a mí, por sufrir y consolarme.
Amemos al Amor eterno, al Amor infinito, inmutable. Amemos locamente a Dios, ya que El en su eternidad nos amó. Sin necesidad de nosotros nos creó. Toda la obra de su poder fue dirigida para el hombre. Todo lo puso a disposición de nosotros. Continuamente nos sostiene y alimenta. Y para no separarse de nosotros en la eternidad, nos dio su Unigénito Hijo. Dios se hizo criatura. Padeció y murió por nosotros. Dios se hizo alimento de sus criaturas. ¿Has profundizado alguna vez esta locura infinita de amor? Créeme que siento mi alma deshecha de gratitud y amor. Mi vida la paso contemplando esa Bondad incomprensible, y me duele el alma al ver que el Amor no es conocido. Me abismo en su grandeza, en su sabiduría. Pero cuando pienso en su Bondad, mi corazón no puede decir nada. Lo adoro...
Teresa de Jesús, Carmelita
sábado, 13 de julio de 2024
Él es el único Bien
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